domingo, 29 de junio de 2014

La impronta eugenésica del diagnóstico genético preimplantatorio (Jorge N. Lafferriere)

La impronta eugenésica del
diagnóstico genético preimplantatorio
Por Jorge Nicolás Lafferriere 19 de mayo de 2014   www.centrodebioetica.org
Entre los procedimientos que mayores cambios han generado en la aplicación de las técnicas de fecundación artificial se encuentra el diagnóstico genético preimplantatorio (DGP). Es una técnica que permite realizar un estudio genético al embrión recién concebido en forma extracorpórea y antes de su transferencia.
Este procedimiento ha generado numerosos reparos por su impronta eugenésica. En un reciente proyecto presentado en Argentina bajo el expte. 581-D-2014 se incluye la legalización de esta técnica, que por otra parte ya se realiza fuera de toda regulación expresa y a pesar de sus serios problemas bioéticos y jurídicos.
A través de este diagnóstico en el marco de una fecundación in vitro, se pretende conocer con mayor exactitud las características genéticas del hijo a ser transferido, ya sea para buscar ciertos rasgos deseados o para eliminar a los que no resulten "aptos".
Resumiendo algunos problemas que plantea el diagnóstico genético preimplantatorio podemos decir:
a) La sistemática eliminación de vidas humanas: cuando se realiza el DGP se busca identificar los embriones más aptos para su transferencia, mientras que los embriones que no superan tal estudio resultan descartados o bien utilizados para fines de investigación.
b) La discriminación genética: la selección de embriones supone una radical forma de discriminación, de modo que según las características genéticas algunos vivirán y otros serán eliminados.
c) Un mecanismo eugenésico: el DGP se enmarca en una mentalidad que busca seleccionar los mejores embriones de forma que se reedita la teoría eugenésica que buscaba la mejora de la raza y la eliminación de los débiles.
d) Mensaje disvalioso hacia las personas con discapacidad: admitir este tipo de estudio, supone enviar un mensaje disvalioso a las personas con discapacidad ya nacidas, cuya vida parece "poco valiosa" a los ojos de la biotecnociencia que prefiere que no hubieran nacido.
Detrás de algunas buenas intenciones de las personas que padecen infertilidad o esterilidad, las tecnologías aplicadas a la procreación humana artificial han generado nuevas y complejas situaciones de vulneración de la dignidad humana y de los derechos fundamentales de las personas concebidas por estas técnicas. Es necesario llamar la atención sobre una cultura del descarte que avanza de manera desregulada en el plano legislativo y judicial y que de manera sistemática elimina vidas humanas y engendra dinamismos de marginación y exclusión.
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Fuente: http://eticafilosoficaises.blogspot.com.ar/2012/03/problema-etico-la-eugenesia.html
El problema de la eugenesia, ha traído consigo gran divergencia en distintos ámbitos sociales, políticos, eclesiales, científicos e incluso personales sobre la aplicación o no de dicha problemática...
Qué es la Eugenesia
La palabra Eugenesia, proviene del “gr. εὖ, bien, y –génesis”.[1] La etimología del término eugenesia hace referencia al “buen nacimiento”. Se trata de la disciplina que busca aplicar las leyes biológicas de la herencia para perfeccionar la especie humana. La eugenesia supone una intervención en los rasgos hereditarios para ayudar al nacimiento de personas más sanas y con mayor inteligencia...
Historia de la Eugenesia
En la formación o creación de las nuevas sociedades nacionales, en la segunda mitad del siglo XIX se comienza a ocupar la concepción de eugenesia donde, la mejor definición de esa época es la de un médico brasileiro en 1912, en una conferencia sobre la eugenesia que se había realizado en Londres, en donde definía eugenesia como: ciencia que estudia los medios para perfeccionar la raza humana, a través de la mejora del vigor y la salud de la prole”.[2]
A través de ello, la eugenesia supo gozar de prestigio social y fue apoyada por personalidades como Winston Churchill y Alexander Graham Bell. Sin embargo, a partir de su vinculación con las políticas raciales impulsadas por el régimen nazi en Alemania, esta disciplina comenzó a ser condenada. Debido a que los nazis incluyeron en su retórica el concepto de “vida indigna de ser vivida” para impulsar la eugenesia en los grupos sociales que consideraban “desviados” (discapacitados físicos y mentales, homosexuales) y “conflictivos” (judíos, gitanos, comunistas). El argumento llevó a que los científicos alemanes realizaran experimentos genéticos con los seres humanos.[3]
Así, pues, por eugenesia se entiende cualquier procedimiento destinado al control genético-hereditario de una especie. El eugenismo es la corriente ideológica que propugna la eugenesia para mejorar la especie humana. En el caso de la especie humana la eugenesia trata de controlar tanto las características humanas físicas como las mentales, en la medida en que al ser hereditarias puede tenerse un control sobre ellas. En la eugenesia tradicional se distinguía entre “eugenesia negativa”, consistente en impedir la reproducción de individuos con características indeseables, y la “positiva”, consistente en estimular la reproducción entre aquellos que tienen características consideradas positivas. Ya desde antiguo se hallan ideas y medidas de tipo eugenésico, tanto de signo negativo (como la eliminación de los niños débiles en Esparta), como positivo (el emparejamiento de individuos bien dotados que se recomienda en la República de Platón). Pero fue, sobre todo, por influencia de la teoría darwinista de la evolución que surgió el movimiento eugenésico moderno, muy influenciado por el darwinismo social. “Aunque hay un cierto precedente en Condorcet, fue Francis Galton (La herencia del genio, 1869) quién acuñó el término y puede considerarse como el iniciador de esta tendencia. Realizó investigaciones sobre la herencia de la inteligencia humana y llevó a cabo una campaña en favor de una reproducción eugenésica. A comienzos del siglo XX aparecieron varios movimientos eugenistas y se crearon centros de estudios eugenésicos en Gran Bretaña, Estados Unidos, Alemania, y otros países, que condujeron a la promulgación de leyes eugenésicas: esterilización de ciertos enfermos, supresión de matrimonios entre razas distintas, control de la inmigración, control de matrimonios”.[4]...
Cómo se relaciona con la bioética
Tal parece que cuando hablamos de eugenesia, viene a la mente dos posturas por las cuales la sociedad se orienta, ya sea a favor (podemos señalar a la ciencia o aquellos médicos que velan únicamente su campo o que no valoran a la persona desde el ser) o en contra (podemos hacer mención aquí a aquellos que valoran la persona humana desde el valor ontológico, e incluso la misma Iglesia).
Los defensores de la eugenesia aseguran que esta práctica alivia el sufrimiento (al evitar que nazcan personas con malformaciones o graves enfermedades, por ejemplo) y permite que la sociedad ahorre recursos. Sus detractores, en cambio, consideran que la eugenesia es contraria a la ética y creen que la manipulación de estas leyes biológicas es inmoral.
Sin embargo, el problema fundamental de la eugenesia, va mucho más allá, debido a que trae consigo una seria de características inmorales, a saber: la selección artificial, el diagnóstico prenatal, la ingeniería genética y el control de natalidad. Así como también,  la justificación para practicar la discriminación, obligar la esterilización de grupos sociales y hasta exterminar a las razas o etnias consideradas como inferiores.
Ahora bien, el eugenismo en el que se confunde el deseo del hijo con el derecho al hijo sano, trae consigo la titánica ilusión de poder eliminar todo dolor y sufrimiento del hombre, es decir, un eugenismo que intenta hacer que parezca normal, habitual, y se de casi por descontada toda problemática de salud que pueda presentar la persona humana al momento de nacer.
La eugenesia que busca suprimir los defectos genéticos, que impide la transmisión de defectos genéticos y continuar con la reproducción de seres humanos inferiores (eugenesia negativa), o que trata de reproducir caracteres deseables y producir gente de alta calidad (eugenesia positiva), tiene un problema de fondo, ¿cuál es el problema? Podemos afirmar que es su comprensión del valor de la vida humana, ya que desde el momento en el que se intenta contrarrestar los límites de lo humano y se promueve una utopía sanitaria del ser humano, se quita toda libertad en el hombre, así como la perdida total del constitutivo ontológico de toda persona humano y más aún, podemos decir que se cae en un mero materialismo o cosificación de la persona.
En otras palabras, con la selección genética pre-implantación el inicio de la vida, ésta se transforma, perdiendo consigo todo valor ontológico, antropológico y ético de la persona.
Cabe señalar que con el método eugenésico, la vida humana en estadio embrional viene a ser vista como un mero producto que puede ser manipulado y objetivado, trayendo consigo la consecuencia de la perdida de la dignidad de la persona, ya que el ser en potencia se presta para hundirse en el reino de las cosas que se pueden elegir y manipular. A pesar de ello, tal parece que las causas continuamente adoptadas por la eugenesia  parecen nobles, ya que con ello se  impide la propagación de enfermedades como la fibrosis quística, tratar la talasemia, salvar millones de vidas utilizando los embriones “descartados” para la investigación del Alzheimer o del Parkinson, etc.  Sin embargo, me parece válida e imprescindible preguntarse la siguiente cuestión hecha por la doctora Navarini[5]: “¿El sacrificio de minúsculas vidas humanas inocentes, llamadas forzadamente a la existencia para después ser no menos forzadamente eliminadas podrá ser jamás el justo precio que hay que pagar para obtener tales beneficios?”.[6]
Así, pues, la problemática de la concepción humana en el ámbito eugenésico, rebasa el sentido ético, antropológico y ontológico, debido a que la selección de los embriones parece la mejor decisión ante la presencia de un ser con distintas capacidades o con problemas físicos. No obstante, la decisión positiva que propone la eugenesia, es una deformación de lo que realmente es la vida humana, ya que al momento de estar a favor y llevar a cabo el método de la eugenesia, es porque no existe una justa y coherente concepción de la dignidad humana. Por tanto, decir hoy que el embrión no es uno de nosotros (y mucho menos el pre-embrión, o el pre-zigoto) equivale a deshacerse -en nombre del progreso científico-, del desarrollo embrional, ya que en esta etapa el feto como ser en potencia aun no está constituido y realizado completamente, es decir, no es una vida humana.
Por tanto, hemos de super los límites de la ciencia y enfocar nuestra postura a un campo filosófico, ontológico, antropológico y ético, ya que desde esta postura podremos responder a la cuestión de si una vida humana puede ser distinta de la vida personal.
Así también, hemos de comprender que lo que distingue el feto en cuanto ser de cualquier otro ser, es su dignidad propia, ya que el ser es, es decir, es algo que subsiste por debajo de todos los aspectos observables del hombre y que tiene que ver con la unión indisoluble de elemento material (cuerpo) y elemento espiritual (alma). Asimismo, el hombre no únicamente es cuerpo, sino también corporeidad, no es únicamente persona sino también personalidad, no únicamente tiene obligaciones –en el sentido ético y moral- sino también tiene derechos; y su principal derecho, es el derecho a vivir. Por lo tanto, tal y como señala la doctora Navarini: “tal vez empíricamente poco intuitiva, pero lógicamente indisputable y filosóficamente necesaria, es que el zigoto y el embrión tienen los mismos derechos que los demás hombres, así que no pueden ser seleccionados y matados por ningún objetivo, justa causa, afecciones hereditarias o defectos genéticos”.[7]
Desde el punto de vista religioso también ha habido aportes y análisis referidos a la  eugenesia. Quizás el más conocido es la opinión del Papa Juan Pablo el cual considera, que hay que reconocer la calidad esencial que  caracteriza a toda criatura humana por el hecho de ser creada a imagen y semejanza del mismo Creador. Este nivel de dignidad y calidad pertenece al orden ontológico y forma parte constitutiva del ser humano, permanece en todo momento de la vida desde el primer instante de su concepción hasta la muerte natural, y se actúa en plenitud en la dimensión de la vida eterna.  Por tanto, hay que reconocer y respetar al hombre en toda condición de salud, de enfermedad o de discapacidad. A partir del reconocimiento de la vida y de la dignidad peculiar de toda persona, la sociedad debe promover, en colaboración con la familia y los demás organismos intermedios, las condiciones concretas para desarrollar armoniosamente la personalidad de cada uno, según sus capacidades naturales. Todas las dimensiones de la persona –la dimensión corporal, la psicológica, la espiritual y la moral – deben promoverse de manera armoniosa. Esto supone la presencia de condiciones sociales y ambientales capaces de favorecer un desarrollo armonioso. El contexto socio-ambiental, por tanto, caracteriza este segundo nivel de calidad de la vida humana, que debe ser reconocido a todos los hombres, incluso a quienes viven en los países en vía de desarrollo.[8]
Asimismo, la Iglesia a través del Catecismo de la Iglesia Católica precisa que “el cuerpo del hombre es precisamente cuerpo humano porque está animado por el alma espiritual”.[9] Por ello, si la ciencia, ha verificado que el zigoto y el embrión son cuerpos humanos, y el cuerpo humano es tal porque está animado por un espíritu de naturaleza racional, el zigoto y el embrión son igual que nosotros, es decir, es una persona.
Por tanto, me parece que todo aquello que la ciencia ha venido haciendo con la eugenesia con el fin de modificar embriones genéticamente es degradar a la persona humana, ya que la persona vale mucho más de lo que representa para unos cuantos. Y para no caer en la cosificación de éste, siempre hay que velar y partir de lo ontológico, antropológico y ético, rescatando la dignidad del ser tal y como se señala aquí:
[…]“las investigaciones o experimentos en el ser humano no pueden legitimar actos que en sí mismos, son contrarios a la dignidad de las personas y a la ley moral. El eventual consentimiento de los sujetos no justifica tales actos. La experimentación en el ser humano no es moralmente legítima si hace correr riegos desproporcionados o evitables a la vida o a la integridad física o psíquica del sujeto. La experimentación en seres humanos no es conforme a la dignidad de la persona si, por añadidura, se hace sin el consciente del sujeto o de quienes tienen derechos sobre él” […].[10]
Fuentes consultadas:
·         Andrew C. Varga, Bioética, principales problemas, Colombia-México, Paulinas, 1988, 356pp.
·         Constitución Apostólica Fidei Depositum, Catecismo de la Iglesia Católica, Buenos Aires, Lumen, 1992, 738pp.
·         Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu, Diccionario de filosofía, Barcelona, Herder, 1996. Versión digital.
·         Diccionario de la lengua española RAE, en http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=eugenesia, el 12 de marzo de 2012. Vigésima segunda edición.
·         Samuel H. Mujica Muñoz, en http://historiasmm.blogspot.com/2009/07/secularizacion-y-eugenesia-en-el-siglo.html, el 12 de marzo de 2012.
·         http://definicion.de/eugenesia/, el 12 de marzo de 2012.
·         En: http://www.corazones.org/diccionario/eugenesia.htm, el 14 de marzo de 2012.
·         Alejandra Massone, en http://www.korion.com.ar/archivos/eugensia.pdf, el 14 de marzo de 2012.
[1] Diccionario de la lengua española RAE, en http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=eugenesia, el 12 de marzo de 2012. Vigésima segunda edición.
[3] Cfr. http://definicion.de/eugenesia/, el 12 de marzo de 2012.
[4] Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu, Diccionario de filosofía, Barcelona, Herder, 1996. Versión digital.
[5] Dra. Claudia Navarini. (Profesora de Bioética del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum en Roma).
[7] Ibíd.
[8] Cfr. Alejandra Massone, en http://www.korion.com.ar/archivos/eugensia.pdf, el 14 de marzo de 2012.
[9] Constitución Apostólica Fidei Depositum, Catecismo de la Iglesia Católica, Buenos Aires, Lumen, 1992, núm. 364.
[10] Ibídem, núm. 2295.

lunes, 23 de junio de 2014

Evangelio según San Mateo 16, 13-19 "Solemnidad de San Pedro y San Pablo"

13º Domingo "Solemnidad de San Pedro y San Pablo"
de Tiempo Ordinario - Ciclo A
29/06/14
Mt 16, 13-19
 Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?". 
Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas". 
"Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?". 
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". 
Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. 
Y yo te digo: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. 

Yo te dará las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". 
Palabra del Señor
Reflexión
SOLO JESÚS EDIFICA LA IGLESIA 
El episodio tiene lugar en la región pagana de Cesarea de Filipo. Jesús se interesa por saber qué se dice entre la gente sobre su persona. Después de conocer las diversas opiniones que hay en el pueblo, se dirige directamente a sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”.
Jesús no les pregunta qué es lo que piensan sobre el sermón de la montaña o sobre su actuación curadora en los pueblos de Galilea. Para seguir a Jesús, lo decisivo es la adhesión a su persona. Por eso, quiere saber qué es lo que captan en él.
Simón toma la palabra en nombre de todos y responde de manera solemne: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús no es un profeta más entre otros. Es el último Enviado de Dios a su pueblo elegido. Más aún, es el Hijo del Dios vivo. Entonces Jesús, después de felicitarle porque esta confesión sólo puede provenir del Padre, le dice: “Ahora yo te digo: tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.
Las palabras son muy precisas. La Iglesia no es de Pedro sino de Jesús. Quien edifica la Iglesia no es Pedro, sino Jesús. Pedro es sencillamente “la piedra” sobre la cual se asienta “la casa” que está construyendo Jesús. La imagen sugiere que la tarea de Pedro es dar estabilidad y consistencia a la Iglesia: cuidar que Jesús la pueda construir, sin que sus seguidores introduzcan desviaciones o reduccionismos.
El Papa Francisco sabe muy bien que su tarea no es “hacer las veces de Cristo”, sino cuidar que los cristianos de hoy se encuentren con Cristo. Esta es su mayor preocupación. Ya desde el comienzo de su servicio de sucesor de Pedro decía así: “ La Iglesia ha de llevar a Jesús. Este es el centro de la Iglesia. Si alguna vez sucediera que la Iglesia no lleva a Jesús, sería una Iglesia muerta”.
Por eso, al hacer público su programa de una nueva etapa evangelizadora, Francisco propone dos grandes objetivos. En primer lugar, encontrarnos con Jesús, pues “él puede, con su novedad, renovar nuestra vida y nuestras comunidades... Jesucristo puede también romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo”.
En segundo lugar, considera decisivo “volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio” pues, siempre que lo intentamos, brotan nuevos caminos, métodos creativos, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual”. Sería lamentable que la invitación del Papa a impulsar la renovación de la Iglesia no llegara hasta los cristianos de nuestras comunidades.                José A. Pagola

martes, 17 de junio de 2014

Videos Reflexión: Domingo Solemnidad del Santísimo Cuerpo y la Sangre de Cristo - (Ed. Verbo Divino - Monjas de Sant Benet)




Evangelio según San Juan 6, 51-58 "Santísimo Cuepo y Sangre de Cristo"

12º Domingo "Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo"
de Tiempo Ordinario - Ciclo A
15/06/14
Jn 6, 51-58
Jesús dijo a los judíos: "Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo".
Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente".
Palabra del Señor    
Reflexión
“Del maná de Moisés al pan de Jesús” 
En el libro del Deuteronomio se ponen en boca de Moisés algunos discursos en los que recuerda al pueblo de Israel la asistencia que Dios le prestó en el desierto: “Él te afligió haciéndote pasar hambre y después te alimentó con el maná -que tú no conocías ni conocieron tus padres- para enseñarte que no solo de pan vive el hombre, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios” (Dt 8,3).
El maná quedaría en el recuerdo de Israel como el signo de la protección que Dios le había dispensado a lo largo de su camino por el desierto. Sin él no hubiera sido posible sobrevivir en la estepa.
Recordar el maná que Dios les había dado era para los hebreos recordar al Dios que les había dado el maná. Ese recuerdo exigía de ellos una sincera gratitud. En el relato de las tentaciones,  Jesús cita esa frase para indicar que escuchar la palabra de Dios es el único modo de vivir en la verdad y en la fidelidad al Señor. 
SACRAMENTO DE LA VIDA 
Después de la multiplicación de los panes y los peces, las gentes siguen a Jesús. En realidad tienen hambre de pan y hambre de orientación para la vida. De sobra sabe él que muchos lo siguen por el interés. Pero en el largo discurso que pronuncia en la sinagoga de Cafarnaún, Jesús explica el sentido último del pan que él ofrece a las gentes.
La multiplicación de los panes revela lo que el Maestro es y la misión que le ha sido confiada.  En el texto que hoy se proclama (Jn 6,51-58), Jesús recuerda el maná del desierto: “Este es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron. El que come este pan vivirá para siempre”.
Vivir y vivir con dignidad es una aspiración universal. Vivir para siempre parece una utopía. O un milagro, inalcanzable por las solas fuerzas humanas. Pero Jesús proclama que el pan de su vida y el pan de su palabra anuncian y realizan ese milagro de la vida sin término.
La fe cristiana sabe que anunciar y realizar son las dos notas de todo sacramento. Así que el pan de Cristo es en verdad el sacramento de la vida. 
VIÁTICO PARA EL CAMINO 
En esta fiesta, en que veneramos el Cuerpo y la Sangre de Cristo, meditamos y agradecemos el don de su cuerpo y de su sangre.
• ˝Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”. Jesús se identificará con la puerta del redil y con la vid a la que se unen los sarmientos. Ahora se identifica con el pan. Estas imágenes nos dicen que él es necesario para nuestra salvación. Él viene de Dios.
• “El que coma de este pan vivirá para siempre”. Dios es la fuente de la vida. Y Jesús viene de Dios. Es Dios. Así que alimentarse de Jesucristo, de su palabra y de su vida, es el camino para poder vivir una vida sin término.
• “El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”. El pan de la palabra y el pan de la eucaristía constituyen el sustento necesario para conservar la vida de la fe, de la esperanza y del amor. He ahí el camino para un mundo nuevo.
- Señor Jesús, en el don de tu pan, de tu palabra y de tu vida nos libras del hambre, del cansancio y de la muerte. Que tu cuerpo y tu sangre sean siempre viático para nuestro camino. Amén.          Fuente: José-Román Flecha 

viernes, 13 de junio de 2014

miércoles, 11 de junio de 2014

Vídeos Reflexión: Domingo de la Santísima Trinidad - (Monjas de Sant Benet - Ed. Verbo Divino)



Evangelio según San Juan 3, 16-18 - "Santísima Trinidad" -

11º Domingo "Santísima Trinidad"
de Tiempo Ordinario - Ciclo A
15/05/14
Jn 3, 16-18
Dijo Jesús: "Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios".
Palabra del Señor
Reflexión
CONFIAR EN DIOS
El esfuerzo realizado por los teólogos a lo largo de los siglos para exponer con conceptos humanos el misterio de la Trinidad apenas ayuda hoy a los cristianos a reavivar su confianza en Dios Padre, a reafirmar su adhesión a Jesús, el Hijo encarnado de Dios, y a acoger con fe viva la presencia del Espíritu de Dios en nosotros.

Por eso puede ser bueno hacer un esfuerzo por acercarnos al misterio de Dios con palabras sencillas y corazón humilde siguiendo de cerca el mensaje, los gestos y la vida entera de Jesús: misterio del Hijo de Dios encarnado.
El misterio del Padre es amor entrañable y perdón continuo. Nadie está excluido de su amor, a nadie le niega su perdón. El Padre nos ama y nos busca a cada uno de sus hijos e hijas por caminos que sólo él conoce. Mira a todo ser humano con ternura infinita y profunda compasión. Por eso, Jesús lo invoca siempre con una palabra: “Padre”.
Nuestra primera actitud ante ese Padre ha de ser la confianza. El misterio último de la realidad, que los creyentes llamamos “Dios”, no nos ha de causar nunca miedo o angustia: Dios solo puede amarnos. Él entiende nuestra fe pequeña y vacilante. No hemos de sentirnos tristes por nuestra vida, casi siempre tan mediocre, ni desalentarnos al descubrir que hemos vivido durante años alejados de ese Padre. Podemos abandonarnos a él con sencillez. Nuestra poca fe basta.
También Jesús nos invita a la confianza. Estas son sus palabras: “No viváis con el corazón turbado. Creéis en Dios. Creed también en mí”. Jesús es el vivo retrato del Padre. En sus palabras estamos escuchando lo que nos dice el Padre. En sus gestos y su modo de actuar, entregado totalmente a hacer la vida más humana, se nos descubre cómo nos quiere Dios.
Por eso, en Jesús podemos encontrarnos en cualquier situación con un Dios concreto, amigo y cercano. Él pone paz en nuestra vida. Nos hace pasar del miedo a la confianza, del recelo a la fe sencilla en el misterio último de la vida que es solo Amor.
Acoger el Espíritu que alienta al Padre y a su Hijo Jesús, es acoger dentro de nosotros la presencia invisible, callada, pero real del misterio de Dios. Cuando nos hacemos conscientes de esta presencia continua, comienza a despertarse en nosotros una confianza nueva en Dios.
Nuestra vida es frágil, llena de contradicciones e incertidumbre: creyentes y no creyentes, vivimos rodeados de misterio. Pero la presencia, también misteriosa del Espíritu en nosotros, aunque débil, es suficiente para sostener nuestra confianza en el Misterio último de la vida que es solo Amor."
¿Quienes son estos tres personajes? Leyendo las distintas interpretaciones parece claro que todos tienen en común el mensaje principal: El del amor de Dios hacia nosotros, manifestado en Cristo Jesús, el Salvador que ocupa el centro, vestido de rojo y azul, la divinidad y la humanidad, debajo de la encina de Mambré, significando el árbol de la vida.
El Angel central, Cristo, está completamente vuelto hacia el Angel de su derecha (El Padre) envuelto en oro, que es la luz sin ocaso, la fidelidad de Dios, porque en el principio existia el Verbo y el Verbo estaba junto a Dios (Jn 1,1) vuelto hacia Dios.
El Angel de la Izquierda es el que está más inclinado hacia la tierra, está envuelto de azul y revestido de un verde dorado. Es el Espíritu de Dios que aleteaba sobre las aguas en el momento de la creación. Es el huésped interior que HACE REAL AL HOMBRE; DERRAMANDO EN SU CORAZÓN EL AMOR DEL PADRE, que hace al hombre un ser a imagen de Dios Amor (Rm 5,5).
Detrás del Angel, del Espíritu Santo está representada una roca. La montaña es, en efecto, el lugar de la revelación de Dios. El Espíritu Santo es el comunicador de Dios. El Espíritu Santo está siempre tendido hacia el otro, en funci6n del otro.
LA MESA, un trono en el que están sentados que es, al mismo tiempo un trono es la mesa eucararística, el altar del Sacrificio. El cáliz que contiene la cabeza del cordero, es el caliz de la Pascua Judía.
En el lugar del cordero inmolado de Israel, viene Cristo, cordero y Pascua.