martes, 28 de noviembre de 2017

Vídeos Reflexión Canción: 1º Domingo Tiempo de Adviento - Ciclo B - "Tiempo de Vigilar" - (Youtube - Ed. Verbo Divino)

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Evangelio según san Marcos 13, 33-37 - "Tiempo de Vigilar"

1º Domingo
Tiempo de Adviento - Ciclo B
"Tiempo de Vigilar"
3/12/17
Mc 13, 33-37

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Reflexión
ESPERAR EN VELA 
“¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia!” (Is 63,19). El pueblo de Israel se siente atribulado a causa de sus enemigos. Pero siente tambien su parte de responsabilidad. Sabe que ha perdido el camino. Ve que se ha endurecido su propio corazón y que ha olvidado el temor o respeto al Señor.
Como se ha dicho en los versículos precedentes, es preciso que Dios se muestre una vez más. Que muestre su poder y su ternura, su fuerza y su compasión. Que muestre que es el Padre de su pueblo. En ese contexto, el orante manifiesta un deseo que se convierte en súplica apasionada y ferviente. ¡Que Dios rasgue los cielos y baje! 
El salmo responsorial se hace eco de ese anhelo irrefrenable: “Señor, Dios nuestro, que brille tu rostro y nos salve” (Sal 79). Estas súplicas, tan apropiadas al Adviento que hoy comienza, encuentran apoyo en las palabras de San Pablo. A los que aguardan la manifestación de Jesucristo les asegura que el Señor los mantendrá firmes hasta el final (1Cor 1,7-8). Es la promesa más oportuna para los que tratamos de mantener viva la esperanza. 

ATENCIÓN Y VIGILANCIA
A lo largo del año lítúrgico que hoy comienza se nos ofrecerá la lectura del evangelio según san Marcos. En este primer domingo del Adviento escuchamos una invitacion de Jesús a mantener una esperanza despierta y vigilante (Mc 13,33-37).
• “Estad atentos y vigilad”. Es este un aviso importante para creyentes y no creyentes. Hoy todo nos invita a vivir apresuradamente. La frivolidad se ha convertido en nuestro estilo habitual. Las noticias y los acontecimientos pasan con toda velocidad. Prestar atención a lo que sucede es una buena medida de prudencia.
• “No sabéis cuándo es el momento”. Por numerosos que sean los adivinos y los agoreros, no somos capaces de adivinar el futuro. Creyentes y no creyentes vamos caminando en la oscuridad. No podemos vivir en la indiferencia. Es pecado distraernos. Vigilar el curso de la historia es una obligación moral.
Estas actitudes de la atencion y la vigilancia se reflejan en la parábola de los criados que aguardan el regreso de su amo. Como el portero de la casa, hemos de permanecer en vela.

LA IMAGEN DEL PORTERO
Es importante recordar el deber del portero. El texto evangélico se hace eco de la última palabra de esa parábola. Con ello indica que ese era el punto central del mensaje.
• Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el Señor de la casa. Nuestros cálculos no son de fiar. Nuestros programas pastorales no pueden certificar el momento en que las personas y las estructuras podrán reflejar la presencia del Señor.
• Que no venga inesperadamente. El Señor viene a este escenario del mundo. Está viniendo siempre. Pero con demasiada frecuencia nosotros vivimos distraidos, prestando atencion a mil bagatelas. Es un dolor que él llegue y no estemos esperándolo.
• Que no os encuentre dormidos. El papa Francisco ha dicho que una de las tentaciones del evangelizador es la acedia. Nos hemos acomodado en la poltrona y nos hemos quedado dormidos. Es hora de despertar de nuestra modorra.
- Señor Jesús, perdona nuestra desesperanza y nuestra presunción. No saber el tiempo de tu llegada nos invita a velar y trabajar. Queremos vivir en esperanza.
José-Román Flecha Andrés
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Corona de Adviento -

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LA CORONA DEL ADVIENTO
El tiempo de Adviento tiene el encanto de la preparación de la fiesta la Navidad, en la que celebramos el nacimiento de Jesús, Hijo de Dios, Señor y Salvador nuestro.
Es este un tiempo muy rico en significados. La Navidad es la fiesta de la vida y de la juventud del mundo. Es la fiesta de la alegría. Según el canto de los ángeles, es la gran invitación a dar gloria a Dios y a gozar de la paz que él nos regala.
Uno de los signos que nos acompañan en este camino es la corona del Adviento. Hasta hace poco tiempo no era muy conocida entre nosotros la costumbre de preparar esta corona. Procedente de Alemania se ha extendido por muchos países.
No hace falta indicar que la corona del Adviento tiene forma circular como para representar el tiempo y su recurrencia cíclica y, sobre todo, la perfección de Dios que nos revela la fe.
Además, la corona se recubre de un ramaje verde, que significa el triunfo de la vida sobre la muerte y, para un creyente, la vitalidad de la esperanza cristiana, llamada a producir frutos de vida.
Sobre la corona se asientan cuatro velas, que representan los cuatro domingos que configuran el tiempo litúrgico del Adviento en la liturgia romana. No tan lejos de nosotros, la liturgia ambrosiana, de Milán, articula el Adviento en seis domingos.
Pues bien, tres de esas velas de la corona suelen tener el color morado, propio de las vestiduras litúrgicas de este tiempo. Un color que representa la austeridad y la penitencia con la que nos preparamos para la celebración festiva de la Navidad.
La tercera vela suele tener un color rosado, que se corresponde también con las vestiduras litúrgicas que se usan en ese domingo de alivio y de alegría. En efecto la misa de ese domingo comienza con la antífona de entrada “Gaudete”, que significa “alegraos”.
En el centro de la corona, algunas personas colocan una vela más grande o bien un cirio de color blanco, que representa a Jesucristo, cuya luz esperamos recibir.
En cada uno de los domingos del Adviento se va encendiendo una de las velas, hasta llegar al cirio blanco que se enciende precisamente el día de la Navidad.
El encendido de estos cirios, tanto en el templo como en el hogar familiar, suele hacerse en el marco de un sencillo rito que puede unir la oración, el cántico, las peticiones y la alabanza.
Hay comunidades y familias que gustan de dar un nombre a cada una de las velas. Con ese nombre pretenden reflejar los dones que se espera recibir del Señor, como la fe, la esperanza, la caridad y la paz, o bien la luz, la fraternidad, la alegría y la justicia.
Pues bien, que las velas de la corona del Adviento y el rito con el que las encendemos nos ayuden a recordar las palabras de Jesús: “Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8,12).
José-Román Flecha Andrés

domingo, 26 de noviembre de 2017

Comienzo del Año Litúrgico: Ciclo B - Tiempo de Adviento

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El Año Litúrgico
Es el año de la Iglesia en el que celebramos las fiestas del Señor,
 de la Virgen y de los santos.
Empieza con el domingo primero de Adviento
 (último domingo de noviembre o primero de diciembre)
 y termina con la fiesta de Cristo Rey (a final de noviembre).

Tiene 4 partes importantes, llamadas "TIEMPOS FUERTES" en los que celebramos los misterios de la vida de Cristo.
Estos "Tiempos Fuertes", son:
ADVIENTO
NAVIDAD
CUARESMA + el TRIDUO PASCUAL
PASCUA
ADVIENTO ( = tiempo de espera): son los cuatro domingos anteriores a la fiesta de Navidad. En este tiempo nos preparamos al misterio del Nacimiento Jesús, Hijo de Dios, que quiso vivir en medio de nosotros, siendo igual a nosotros en todo, menos en el pecado.
NAVIDAD: Empieza con la Misa del "Gallo" en la noche del 24 de Diciembre y termina con la fiesta del Bautismo del Señor. En este tiempo se celebran las fiestas de: Navidad, Sagrada Familia, Santa María Madre de Dios (1 de Enero), Epifanía (= manifestación, aparición) y del Bautismo del Señor.
Con la fiesta del Bautismo del Señor, empieza un tiempo que se llama "Tiempo Ordinario", que tiene dos partes: la primera empieza con esta misma fiesta y acaba el domingo antes del Miércoles de Ceniza.
CUARESMA: Empieza el Miércoles de Ceniza y termina con el comienzo de la Misa "en la Cena del Señor" que se celebra el Jueves Santo por la tarde. Después del Miércoles de Ceniza hay 5 domingos y después el Domingo de Ramos, con el que empieza la Semana Santa.
La Cuaresma ( = 40 días), nos recuerda los 40 días de oración que Cristo vivió en el desierto antes de empezar su vida pública. Es un tiempo especial para la CONVERSIÓN ( = cambio de vida) con la oración, la penitencia y las obras de caridad, que nos preparan a celebrar la Pascua.
TRIDUO PASCUAL: Son los tres días anteriores a la gran fiesta de la Pascua, es decir, Jueves, Viernes y Sábado Santos. El jueves celebramos la Última Cena de Jesús cuando, solo por amor, Él instituyó ( = creó) el sacramento de la Eucaristía, hizo sacerdotes a sus discípulos y nos dio el gran mandamiento del amor: "Amaos unos a otros, como Yo os he amado. El viernes celebramos la Pasión y Muerte del Señor. El sábado es un día de "espera" de la Resurrección del Señor. En este día la Iglesia no celebra la Eucaristía ni ningún otro sacramento.
PASCUA: Comienza con la Vigilia Pascual que se celebra en la noche del sábado santo, y termina con la fiesta de la venida del Espíritu Santo (Pentecostés). Tiene 6 domingos a los que sigue el domingo de la Ascensión y después el de Pentecostés. El tiempo de Pascua dura 50 días que se celebran como si fueran uno solo.
Pascua, quiere decir "paso". "Paso" de la muerte a la Vida. Cristo, muriendo en la cruz, venció a la muerte y vive para siempre.
La fiesta de Pascua es la más importante de todo el Año Litúrgico (= el año de la Iglesia) porque la Resurrección del Señor es lo más importante de nuestra fe: "Si Cristo no ha resucitado, nuestra fe no tiene sentido".
Después del tiempo de Pascua, continúa la segunda parte del "Tiempo Ordinario", que se cortó el domingo antes del Miércoles de Ceniza. Continúa otra vez el domingo de la Santísima Trinidad (domingo siguiente al de Pentecostés) y acaba con la fiesta de Cristo Rey, a finales de noviembre. En total el tiempo ordinario tiene 34 domingos.
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martes, 21 de noviembre de 2017

Videos Reflexión: 34º Domingo de T.O Ciclo A - "Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo" - (YouTube - Ed. Verbo Divino) -

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Evangelio según San Mateo 25,31-46 - Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo -

34 Domingo "Solemnidad de Cristo Rey"
Tiempo Ordinario - Ciclo A
26/11/17
Mt 25,31-46
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Reflexión
EL REY PASTOR 
“Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas siguiendo su rastro”. Así comienza el texto del profeta Ezequiel que se lee en esta fiesta de Jesucristo, Rey del Universo. Nos es bien conocida esta imagen del buen Pastor, que el profeta atribuye al mismo Dios. 
Pero hay momentos en la vida en los que leemos estas palabras desde una nueva experiencia. Y comprendemos que esta afirmación del Pastor no es gratuita ni retórica. No es una poesía estéril. Esa profecía me atañe a mí personalmente. Dios me ha estado buscando siempre, “siguiendo mi rastro” con tanta paciencia como esperanza.
Por eso, con el salmo responsorial puedo hoy afirmar con tanta certeza como humildad: “El Señor es mi pastor, nada me falta” (Sal 22,1). 
Pero el Pastor no sólo nos alimenta. Da la vida por nosotros y nos da la vida verdadera. Como escribía san Pablo, si por Adán hemos muerto todos, por Cristo todos volveremos a la vida (1Cor 15,22). 

DOS SENTENCIAS
En este último domingo del año litúrgico, se proclama la tercera de las parábolas de la esperanza, que contiene el capítulo 25 del evangelio de Mateo. Jesús compara al Hijo del hombre con un pastor que separa las ovejas de las cabras (Mt 25,31-46).
La escena del juicio sobre la humanidad contrapone dos sentencias definitivas que ha de pronunciar el Señor de la historia. La primera evoca el tono amable de la acogida: “Venid, benditos de mi Padre”. La segunda resuena con la fuerza terrible del rechazo: “Apartaos de mi, malditos”.
Instintivamente, todos nos colocamos en el bando de los corderos que reciben atención y recompensa por las buenas acciones realizadas al menos alguna vez. Pero, a lo largo de la vida, raras veces pensamos que podemos ser condenados por nuestra indiferencia ante las necesidades de los demás.

PREGUNTA Y RESPUESTA
El criterio para ese discernimiento final no será lo que hemos dicho o escrito. Ese diálogo entre los hombres y el Señor no solo orienta nuestro definitivo examen de conciencia sino también la última de las revelaciones de su identidad.
• “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos?” A la asombrada pregunta de los que se han entregado por los más abandonados, responde el gran Abandonado: “Lo que hicisteis con mis hermanos, lo hicisteis conmigo”.
• “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed… y no te asistimos?” A la escandalizada pregunta de los que han vivido solo para sí mismos, responde el gran Marginado: “Lo que no hicisteis con los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”.
En el examen final el Señor solo tendrá en cuenta nuestra actitud y nuestro compromiso activo a favor de nuestros hermanos. Y, por cierto, al juicio no serán convocados solo los discípulos de Jesucristo. Creyentes y no creyentes, creyentes no practicantes y practicantes no creyentes, todos seremos examinados de igual manera.
- Señor Jesús, sabemos que la meditación sobre el juicio último es una de las escuelas para aprender y vivir la esperanza. No permitas que olvidemos la tarea sobre la cual seremos examinados.
José-Román Flecha Andrés
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martes, 14 de noviembre de 2017

19 de Noviembre: Iº JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES - Mensa je del Papa Francisco

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JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES
El día 19 de noviembre de este año 2017 se celebrará la I Jornada Mundial de los Pobres, bajo el lema “No amemos de palabra sino con obras”. Estas palabras, tomadas de la primera carta de Juan, nos advierten que el amor no admite excusas, especialmente cuando se trata de amar a los pobres. 
Ya sabemos que en la primera comunidad cristiana de Jerusalén, los hermanos trataron de practicar la comunión de bienes. Y que la carta de Santiago pregunta de forma incisiva: “¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que le aman?” 
El papa Francisco reconoce que en algunas ocasiones, los cristianos se han dejado contaminar por la mentalidad mundana. Pero nos recuerda que el Espíritu Santo ha suscitado hombres y mujeres que de muchas maneras han dado su vida en servicio de los pobres. Entre ellos destaca el ejemplo de san Francisco de Asís. 
Según el Papa, no basta comprometerse con una obra de voluntariado ni realizar algunos gestos de buena voluntad para tranquilizar la conciencia. Es preciso un verdadero encuentro con los pobres y dar lugar a un compartir que se convierta en un estilo de vida.
Es más, “si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en la Eucaristía. El Cuerpo de Cristo, partido en la sagrada liturgia, se deja encontrar por la caridad compartida en los rostros y en las personas de los hermanos y hermanas más débiles”. 
Pero tampoco basta acercarse a los pobres. Hay que aprender de ellos. De hecho, la pobreza significa un corazón humilde que sabe aceptar la propia condición de criatura limitada y pecadora para superar la tentación de omnipotencia. Es una actitud del corazón. Es la medida que permite valorar el uso adecuado de los bienes materiales. 
Los muchos rostros con los que la pobreza nos desafía a diario nos recuerdan que la pobreza no es una casualidad. En ella podemos ver el fruto de la injusticia social, la miseria moral, la codicia de unos pocos y la indiferencia de muchos.
Al instituir esta nueva Jornada, el Papa desea que estimule una vez más a los creyentes a reaccionar ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro. Además invita a todos, independientemente de su confesión religiosa, a compartir sus bienes con los pobres a través de cualquier acción de solidaridad, como un signo concreto de la fraternidad universal. 
Es interesante leer las iniciativas concretas que en su mensaje sugiere a las comunidades cristianas para una fructuosa celebración de esta nueva Jornada Mundial de los Pobres. En la última frase se nos recuerda que “los pobres no son un problema, sino un recurso al cual acudir para acoger y vivir la esencia del Evangelio”.
José-Román Flecha Andrés
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Videos Reflexión: 33º Domingo de Tiempo Ordinario Ciclo A - "Parábola de los Talentos" - (Youtube - Ed. Verbo Divino) -

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Evangelio según San Mateo 25,14-30 - "Parábola de los Talentos" -

33º Domingo
Tiempo Ordinario - Ciclo A
"Parábola de los Talentos"
19/11/17
Mt 25,14-30
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Reflexión
LOS TALENTOS
“Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas… Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza” (Pro 31,10.31). He ahí el principio y la conclusión de ese espléndido himno que encontramos en el libro de los Proverbios. 
Algunos estudiosos sugieren que puede ser un himno a la sabiduría personificada. Gracias a ella se mantiene en pie la familia y vive en armonía toda la sociedad. Pero la imagen empleada contiene un elogio a la mujer hacendosa. Sostiene su hogar con su trabajo, atiende a su familia y, además, se muestra compasiva con los pobres y los necesitados.
La imagen ideal de la familia reaparece en el salmo responsorial. Precisamente este salmo 128 (127) ha sido glosado por el papa Francisco en su exhortación Amoris laetitia.
En este penúltimo domingo del año litúrgico es muy oportuna la lectura en la que Pablo pide a los Tesalonicenses que vivan en la luz y estén siempre preparados para el “Día del Señor”, que llegará como un ladrón en la noche (1Tes 5,1-6).

EL ENCARGO Y EL JUICIO
Como sabemos, en el capítulo 25 del evangelio de Mateo encontramos tres parábolas sobre la esperanza. Tras la parábola de las diez doncellas invitadas a la boda, se incluye la de los talentos que, antes de irse de viaje, un hombre entrega a sus siervos, con el encargo de que negocien con ellos (Mt 25,14-30).
• El primero recibe cinco talentos, negocia con ellos y gana otros cinco. Al regresar, su amo lo alaba, calificándolo como “siervo bueno y fiel”, y le promueve en su cargo.
• El segundo recibe dos talentos, con los que logra hacer negocio y ganar otros dos. También él es alabado por su amo, que le confía una importante responsabilidad.
• El tercero recibe un talento. Precisamente él, que presume de conocer bien a su amo, no secunda sus proyectos. Así que esconde bajo tierra el talento para devolverlo a su amo, que, en el juicio, lo condena por inútil, negligente y holgazán. 

ESPERANZA RESPONSABLE
Hemos meditado muchas veces esta parábola de los talentos. Y tantas otras veces hemos reflexionado sobre las lecciones que encierra para nosotros.
• En primer lugar nos complace ver que el amo confía en sus propios criados. Y agradecemos a Dios que también a nosotros nos haya confiado tantos tesoros de la naturaleza y de la gracia. 
• Además, vemos que la espera de la venida del Señor no puede justificar nuestra pereza. Si creer es crear, esperar es operar. La esperanza no puede alejarnos de la tarea de trabajar por el progreso humano y por la extensión del Reino de Dios. 
• Finalmente, descubrimos que el premio concedido a los que viven una esperanza activa y comprometida no consiste en algún bien material. El mayor premio es “entrar en el gozo de nuestro Señor” y el mayor castigo es ser alejados de él.
- Señor Jesús, sabemos y creemos que hemos de vivir esperando tu manifestación. Agradecemos los dones que nos has confiado. Y te pedimos que tu gracia nos ayude a vivir una esperanza gozosa y responsable.
José-Román Flecha Andrés
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martes, 7 de noviembre de 2017

Videos Reflexión: 32º Domingo de Tiempo Ordinario Ciclo A - "Parábola de las diez Jóvenes" - (Monjas de Sant - YouTube - Ed. Verbo Divino) -

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Evangelio según San Mateo 25,1-13 - "Parábola de las diez Jóvenes" -

32º Domingo
Tiempo Ordinario - Ciclo A
"Parábola de las diez Jóvenes"
12/11/17
Mt 25,1-13

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En aquel tiempo, dijo Jesús: Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.
Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.
Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas.
Pero a medianoche se oyó un grito: "¡Ya viene el esposo, salgan a su encuentro!".
Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas.
Las necias dijeron a las prudentes: "¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?".
Pero estas les respondieron: "No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado".
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.
Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: "Señor, señor, ábrenos", pero él respondió: "Les aseguro que no las conozco".
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.
                                                                                                            Palabra del Señor
Reflexión
ESPERA Y ESPERANZA
“Radiante e inmarcesible es la sabiduría… La encuentran los que la buscan… Quien temprano la busca no se fatigará, pues a su puerta la hallará sentada… Ella misma busca por todas partes a los que son dignos de ella” (Sab 6,12.14.16). En este hermoso poema sobre la sabiduría por tres veces aparece el verbo “buscar”.
Y con razón, porque la sabiduría es para la Biblia el gran tesoro. Es el mayor de los dones de Dios. Para encontrarla hay que prescindir de muchas cosas. Y decidirse a buscarla para descubrirla al amanecer, sentada a nuestra puerta. Es ella la que viene a encontrarnos. Esa es la gran tarea y la enorme alegría de la esperanza cristiana.
Es evidente que la sabiduría se identifica con el mismo Dios. Es él a quien buscamos, a veces sin saberlo. Por eso el salmo responsorial nos invita a cantar: “Oh, Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti” (Sal 62,2).
Esa sed, que resume nuestra esperanza, no quedará defraudada. San Pablo nos asegura que quien ha creído en la resurrección de Jesucristo estará siempre con el Señor (1Tes 4,17).

ESPERA Y COMPROMISO
El capítulo 25 del evangelio de Mateo nos ofrece tres hermosos textos sobre la esperanza. El primero es la parábola de las diez doncellas invitadas a la celebración de una boda (Mt 25,1-13). ¿Qué es lo que las caracteriza?
• Tienen en común que todas ellas tienen una función importante en la celebración de la fiesta: han de salir a esperar al esposo e iluminar el cortejo con sus lámparas. Para todas se hace pesada la espera y todas se dejan vencer por el sueño.
• Pero se diferencia en algo muy importante. Cinco de ellas han tomado aceite para alimentar sus lámparas. Las otras cinco, no. Las previsoras aparecen como prudentes, mientras que las otras cinco son calificadas como necias o descuidadas.
La parábola nos recuerda que la esperanza no es solo un sentimiento. No puede identificarse con la frivolidad ni con la pasividad. La esperanza es activa y comprometida. Exige sabiduría. Esperar implica operar.

LA ORACIÓN Y LAS OBRAS
En la segunda parte de esta parábola se nos dice que la espera no es una falsa ilusión. El esposo llega a la fiesta. Como ha dicho el papa Francisco, “nuestra esperanza tiene un rostro”. El texto recoge un breve diálogo y una exhortación. 
• “Señor, Señor, ábrenos”. Las jóvenes descuidadas pierden tiempo al tratar de remediar su error y llegan tarde a la fiesta. Su lamento resume la súplica de todos los que, aun si saberlo, deseamos encontrarnos con el Señor.
• “En verdad os digo que no es conozco”. Nos engañamos si pensamos que la esperanza es una virtud fácil y trivial. No se sostiene solo con palabras, sino que requiere esfuerzo y prudencia. La oración ha de ir acompañada por las obras. 
• “Velad, porque no sabéis el día ni la hora”. Con esta exhortación concluye Jesús la parábola. El mismo papa Francisco nos dice que el problema no es “cuándo” se mostrará el Señor, sino el “estar preparados para el encuentro”. 
- Señor Jesús, queremos mantener viva nuestra esperanza. Que nuestra espera refleje el compromiso diario con el que preparamos nuestro encuentro contigo. 
José-Román Flecha Andrés
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domingo, 5 de noviembre de 2017

Video: Intenciones del Papa Francisco - "Testimoniar el Evangelio en Asia" - (YouTube) -

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Lo que más me impresiona de Asia es
 la variedad de sus poblaciones,
 herederas de antiguas culturas, religiones
 y tradiciones.
En este continente donde la Iglesia

 es una minoría, el desafío es apasionante.
Debemos promover el diálogo 

entre religiones y culturas.
El diálogo es una parte esencial de la misión

 de la Iglesia en Asia.
Papa Francisco - Noviembre 2017

INTENCIONES DEL PAPA
POR LOS DESAFÍOS DE LA HUMANIDAD
NOVIEMBRE 2017
Universal: «Por los cristianos de Asia, para que, dando testimonio del Evangelio con sus palabras y obras, favorezcan el diálogo, la paz y la comprensión mutua, especialmente con aquellos que pertenecen a otras religiones.»


Oración

Dios, nuestro Padre,

que nos enseña a vivir la fe
en la coherencia entre nuestras palabras y nuestras obras,
entre lo que profesamos y lo que vivimos.
Ayúdanos a vivir radicalmente el espíritu del Padre Nuestro,
en que nos damos cuenta que todos somos hermanos
y, por ello, invitados al compartir y al diálogo.
En este mes en particular,
te pedimos por los cristianos en Asia,
que en muchos países son una minoría,
para que sean siempre creadores de puentes
entre las diversas tradiciones religiosas en las sociedades en que viven,
testimoniando la caridad del Evangelio a través de su vida.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria…

Desafíos para el mes
  • Rezar por los cristianos en Asia, en particular en los países en que son minorías, para que siempre se les reconozca la libertad religiosa y la paz.
  • Buscar conocer mejor la realidad del cristianismo en Asia, su diversidad y riqueza, en particular el entusiasmo evangélico de estas Iglesias más jóvenes.
  • En el propio ambiente, buscar conocer a personas de tradiciones religiosas diferentes, conocer sus hábitos, acciones y establecer buenas relaciones, que lleven a alguna cooperación para bien de la sociedad.

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miércoles, 1 de noviembre de 2017

Videos Reflexión: 31º Domingo de Tiempo Ordinario Ciclo A - "La hipocresía y la vanidad de los escribas y los fariseos" - (Youtube - Ed. Verbo Divino - Monjas de Sant Benet) -

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Evangelio según San Mateo 23,1-12 - "La hipocresía y la vanidad de los escribas y los fariseos"

31º Domingo
Tiempo Ordinario - Ciclo A
"La hipocresía y la vanidad de los escribas y los fariseos"
5/11/17
Mt 23,1-12

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Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: 
«Los escribas y los fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen.
Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargas los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludamos en las plazas y oírse llamar "mi maestro" por la gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar "maestro", porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos.
A nadie en el mundo llamen "padre", porque no tienen sino uno, el Padre celestial.
No se dejen llamar tampoco "doctores", porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado».

Palabra del Señor 
Reflexión

HUMILDAD Y SERVICIO
“Esto es lo que os mando, sacerdotes: Si no escucháis y no ponéis todo vuestro corazón en glorificar mi nombre, dice el Señor del universo, os enviaré la maldición y maldeciré vuestra bendición”. Es tremendo este oráculo divino que transmite Malaquías (Mal 2,1-2). Dios está dispuesto a maldecir los bienes que habían sido distribuidos a los levitas. 
Pero no es una condena injusta. El Señor se queja con razón, porque los sacerdotes habían hecho que muchas personas tropezaran en la Ley de Moisés. Su boca no había proclamado el camino recto. Y habían sido parciales en la aplicación de las normas legales.
El texto se cierra con un lamento del profeta, que es aplicable a todos los creyentes de todos los tiempos y lugares: “¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos creó el mismo Dios? ¿Por qué entonces nos traicionamos unos a otros, profanando la alianza de nuestros padres?” (Mal 2,10).
A esas quejas respondemos humildemente en el salmo responsorial, cantando: “Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros” (Sal 130,1). De esa humildad nos da ejemplo el apóstol Pablo en su primera carta a los fieles de Tesalónica, al confesar: “Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos” (1Tes 2,7).

TRES FALTAS
En la primera parte del evangelio que hoy se proclama, Jesús advierte a la gente de las graves faltas de los letrados y de los fariseos (Mt 23,1-7). 
• Su primer pecado es la incoherencia. ”No hacen lo que dicen”. Repiten una y otra vez las enseñanzas de la Ley de Moisés pero no viven de acuerdo con lo que enseñan. Conocen la letra de la Ley pero no han asimilado su espíritu.
• El segundo pecado es la indiferencia. Ignoran los fardos pesados que cargan sobre los hombros de los demás y no mueven ni un dedo para ayudarles. No han aprendido la importancia de la compasión y no imitan la misericordia de Dios.
• El tercer pecado es la vanidad. “Todo lo que hacen es para que los vea la gente”. Hasta su oración la han convertido en un espectáculo para atraer la atención. Les gusta recibir honores. Y ese es el único motivo que los mueve.

TRES CONSEJOS
En la segunda parte de este texto evangélico, Jesús se dirige a sus propios discípulos con tres advertencias importantes (Mt 23,8-12). 
• Por dos veces les dice que ninguno de ellos se haga llamar Rabbí, es decir maestro u orientador de la vida moral, pues su maestro es uno solo y todos ellos han de reconocerse como hermanos entre sí (Mt 23,8.10).
• Les pide, además, que a nadie de la tierra llamen Abbá, es decir padre, porque uno solo es su Padre, el del cielo (Mt 23,9). Es evidente que de nuevo Jesús quiere subrayar la fraternidad que une y ha de unir a todos los suyos.
• Finalmente repite lo que ya había enseñado a sus discípulos, a propósito de las pretensiones de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que deseaban puestos importantes en su Reino: “El primero entre vosotros será vuestro servidor” (Mt 23,11; 20,26).
- Señor Jesús, reconocemos nuestros pecados que escandalizan a nuestros hermanos. Que tu Espíritu nos ayude a ser siempre humildes y servidores de los demás, puesto que todos nosotros somos hijos del mismo Padre celestial. 

José-Román Flecha Andrés
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