martes, 30 de abril de 2019

Día 1º de Mayo: SAN JOSÉ OBRERO - Día del Trabajador -

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La fiesta de San José Obrero, que celebraremos el día 1° de mayo, nos conecta directamente con la realidad del trabajo. Es una buena ocasión para meditar sobre la espiritualidad que conlleva esta tarea humana de cada día.

San José, que, como nos dice el evangelio, era un judío justo (cf. Mt 1,19 ), seguramente participaba de la espiritualidad y valoración del trabajo propia del pueblo judío. Esta consideración del trabajo se basa en las palabras del Génesis: “Yavé Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara.” (Gén 2, 15)

Toda obra humana sobre la creación, cultivando y cuidando, es una continuación de la obra creadora de Dios. Con su trabajo, el ser humano hace brotar de las cosas toda su utilidad y belleza. Un tronco que estaba en medio de un bosque pasa a ser una mesa donde una familia se reúne. La lana de una oveja se convierte en un hermoso tejido que abriga. El trabajo humano es el que realiza este proceso de transformación, y así el hombre y la mujer ejercen sobre el mundo el señorío que Dios les ha confiado. Por eso dice la espiritualidad judía que trabajar es “perfeccionar el mundo” (en hebreo, tikum olam), porque es hacer que surja de las cosas creadas la luz que Dios ha puesto en ellas. Desde esta perspectiva, no hay ningún trabajo, por más pequeño que sea, que no tenga su grandeza. Se trate de un trabajo de producción o de un servicio que se brinda a otro ser humano, siempre es “perfeccionar el mundo” en el sentido que Dios ha querido.
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lunes, 22 de abril de 2019

Vídeos Reflexión: IIº Domingo de Tiempo de Pascua - Ciclo C - Fiesta de la Divina Misericordia - (Ed. Verbo Divino - YouTube)

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Evangelio según San Juan 20, 19-31 - Fiesta de la Divina Misericordia

IIº Domingo
Tiempo de Pascua - Ciclo C
Fiesta de la Divina Misericordia
28/04/19
Jn 20, 19-31

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Reflexión
NO SEAS INCRÉDULO SINO CREYENTE

No seas incrédulo, sino creyente.
La figura de Tomás como discípulo que se resiste a creer ha sido muy popular entre los cristianos. Sin embargo, el relato evangélico dice mucho más de este discípulo escéptico. Jesús resucitado se dirige a él con unas palabras que tienen mucho de llamada apremiante, pero también de invitación amorosa: «No seas incrédulo, sino creyente». Tomás, que lleva una semana resistiéndose a creer, responde a Jesús con la confesión de fe más solemne que podemos leer en los evangelios: «Señor mío y Dios mío».
¿Qué ha experimentado este discípulo en Jesús resucitado? ¿Qué es lo que ha transformado al hombre hasta entonces dubitativo y vacilante? ¿Qué recorrido interior lo ha llevado del escepticismo hasta la confianza? Lo sorprendente es que, según el relato, Tomás renuncia a verificar la verdad de la resurrección tocando las heridas de Jesús. Lo que le abre a la fe es Jesús mismo con su invitación.
A lo largo de estos años, hemos cambiado mucho por dentro. Nos hemos hecho más escépticos, pero también más frágiles. Nos hemos hecho más críticos, pero también más inseguros. Cada uno hemos de decidir cómo queremos vivir y cómo queremos morir. Cada uno hemos de responder a esa llamada que, tarde o temprano, de forma inesperada o como fruto de un proceso interior, nos puede llegar de Jesús: «No seas incrédulo, sino creyente».
Tal vez, necesitamos despertar más nuestro deseo de verdad. Desarrollar esa sensibilidad interior que todos tenemos para percibir, más allá de lo visible y lo tangible, la presencia del Misterio que sostiene nuestras vidas. Ya no es posible vivir como personas que lo saben todo. No es verdad. Todos, creyentes y no creyentes, ateos y agnósticos, caminamos por la vida envueltos en tinieblas. Como dice Pablo de Tarso, a Dios lo buscamos «a tientas».
¿Por qué no enfrentarnos al misterio de la vida y de la muerte confiando en el Amor como última Realidad de todo? Ésta es la invitación decisiva de Jesús. Más de un creyente siente hoy que su fe se ha ido convirtiendo en algo cada vez más irreal y menos fundamentado. No lo sé. Tal vez, ahora que no podemos ya apoyar nuestra fe en falsas seguridades, estamos aprendiendo a buscar a Dios con un corazón más humilde y sincero.
No hemos de olvidar que una persona que busca y desea sinceramente creer, para Dios es ya creyente. Muchas veces, no es posible hacer mucho más. Y Dios, que comprende nuestra impotencia y debilidad, tiene sus caminos para encontrarse con cada uno y ofrecerle su salvación.
José Antonio Pagola
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martes, 9 de abril de 2019

Vídeo Reflexion: Domingo de Ramos -Ciclo C - "La entrada mesiánica en Jerusalén" - (YouTube - Ed. Verbo Divino)

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Evangelio según San Lucas 19, 28-40 - "La entrada mesiánica en Jerusalén"

Domingo de Ramos
Semana Santa - Ciclo C -
"La entrada mesiánica en Jerusalén"
14/04/19
Lc 19, 28-40

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Reflexión
LA PAZ DEL QUE VIENE
“El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo, para saber decir al abatido una palabra de aliento” (Is 50,4). En este tercer canto sobre el siervo de Dios, lo vemos como un discípulo fiel. Por una parte, escucha con atención la palabra de Dios. Y, por otra, la trasmite sin temor, a pesar de los ultrajes que por ello recibe.
Esa imagen anticipa ya la de Jesús, el discípulo que escucha la palabra de su Padre. Es más: él es la misma Palabra de Dios, que anuncia la salvación y está dispuesto a morir por mantenerse fiel a esa misión.
El salmo responsorial recoge una antigua oración que los evangelios pondrán en boca de Jesús crucificado: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado” (Sal 21). Hay que leerlo entero para ver que ese grito desemboca finalmente en la esperanza.
San Pablo, por su parte, recuerda a los fieles de la ciudad de Filipos que Cristo, siendo de condición divina, se hizo obediente hasta la muerte y una muerte de Cruz (Flp 2,6-11). Con ese recuerdo del Salvador, humillado por los hombres y exaltado por Dios, comenzamos la Semana Santa.

EL DUEÑO DEL POLLINO
En este domingo de Ramos se lee la pasión de Jesús según san Lucas (Lc 23,2-49). Pero antes, al inicio de la procesión, se proclama el texto evangélico de la entrada del Señor en Jerusalén (Lc 19,28-40). Al leerlo, nos asalta siempre una curiosidad y nos estimula una advertencia de Jesús.
• En primer lugar, nos preguntamos a quién pertenecía el pollino que los discípulos habían de ir a buscar, por orden de su Maestro. ¿Conocía Jesús al dueño del pollino? ¿Había observado previamente que siempre solía estar atado a la entrada de Betfagé? ¿Trata el evangelista de subrayar que Jesús conoce nuestras posesiones y nuestra disponibilidad?
• En segundo lugar, nos impresiona la respuesta que los discípulos han de dar a quien les pregunte por qué desatan y se llevan el pollino: “El Señor lo necesita”. De nuevo nos preguntamos si el dueño del pollino ya reconocía el señorío de Jesús. Pero al mismo tiempo nos preguntamos si estamos dispuestos a “prestar” al Señor todo lo que él necesita de nosotros.

LA PAZ Y LA GLORIA
Según el texto evangélico, los discípulos que acompañan a Jesús por aquel camino que baja del Monte de los Olivos, prorrumpen en gritos de alegría:
• “Bendito el Rey que viene en nombre del Señor”. La bendición con que eran recibidos los peregrinos (Sal 118,26) es ahora una aclamación que brota de la fe. Pero no llega el reino de David que algunos esperaban. Llega el Rey de Jerusalén, llega nuestro Rey, pero viene como un servidor. El papa Francisco comenta que “viene a nosotros humildemente y con el poder de su amor divino perdona nuestros pecados y nos reconcilia con Dios y con nosotros mismos”.
• “Paz en el cielo y gloria en las alturas”. Los bienes que los peregrinos deseaban al acercarse a la ciudad de Jerusalén se resumían en el gran don de la paz (Sal 122,8). El evangelista une estos deseos de los discípulos que acompañan a Jesús con la revelación angélica de los dones que aporta a la tierra el nacimiento del Mesías (Lc 2,14). Esa es también nuestra fe. Y ese es nuestro testimonio.
- Señor Jesús, creemos que también en este tiempo tú llegas a nuestra vida y a una sociedad que no te reconoce como el Mesías. Danos luz y fuerza para anunciarte y acogerte como el enviado de Dios que nos trae la paz y la salvación. ¡Bendito seas por siempre, Señor!
José-Román Flecha Andrés
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martes, 2 de abril de 2019

Vídeos Reflexión: Vº Domingo Tiempo de Cuaresma - Ciclo C - "Jesús y la mujer adúltera" - (Ed. Verbo Divino - YouTube)

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Evangelio según San Juan 8, 1-11 - "Jesús y la mujer adúltera"

Vº Domingo
Tiempo de Cuaresma - Ciclo C -
"Jesús y la mujer adúltera"
7/04/19
Jn 8, 1-11
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Reflexión
PASADO Y FUTURO
“No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo, mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, corrientes en el yermo… para dar de beber a mi pueblo”. Al recuerdo de la liberación que Dios había ofrecido a su pueblo en el pasado, se contrapone ahora la promesa de una nueva intervención (Is 43,16-21).
Ningún pueblo debería olvidar su pasado. Y menos el pueblo de Israel, que hizo del “recordar” no solo una advertencia para la vida social sino también una exigencia de fidelidad a la alianza que Dios le había otorgado. 
El profeta conoce el dolor de un pueblo humillado por sus enemigos y deportado a una tierra extraña. Pero conoce también la bondad de Dios. Por eso invita a sus gentes a mirar al futuro. Dios promete liberar a su pueblo de los sufrimientos que ha padecido en Babilonia.
A esa certeza responde el salmista al cantar: “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres” (Sal 125). San Pablo, por su parte, trata de olvidar lo que ha dejado atrás para valorar el conocimiento de Cristo y correr hacia la meta prometida (Flp 3,8-14). 

ALGUNAS PREGUNTAS
También el evangelio que hoy se proclama contrapone de algún modo el pasado y el futuro (Jn 8,1-11). Los escribas y fariseos traen ante Jesús a una mujer presuntamente sorprendida en adulterio.
La intención de los que la acusan es manifiesta. Si el Maestro no aprueba el mandato de apedrear a la adúltera, se sitúa escandalosamente contra la Ley de Moisés. Si la condena, demuestra no tener la compasión que se espera de un profeta.
• En este relato evangélico se acusa a la mujer, pero no se menciona al cómplice de su adulterio. Eso nos hace dudar de los acusadores. ¿No han querido o no han podido detener al cómplice? ¿En su cultura interesa solo el pecado de la adúltera? Tal vez ni siquiera les interese la conducta de la mujer, sino la ocasión para poder acusar a Jesús. 
• En el relato se dice que Jesús se inclina por dos veces para escribir algo en el suelo. ¿Pretendía crear un espacio de silencio para que los acusadores reconocieran sus propios pecados? ¿O trataba de evocar que también la ley de Moisés había sido escrita dos veces por el dedo de Dios?

REVELACIÓN Y PERDÓN
La actitud de Jesús ante la mujer sorprendida en adulterio es un excelente resumen del evangelio. Como ha escrito el papa Francisco, citando a san Agustín, en este escenario quedaron frente a frente la “misericordia” y la “mísera”, es decir, la necesitada de compasión. Será oportuno prestar atención a lo que Jesús dice tanto a los fariseos como a la mujer.
• “El que esté sin pecado que le tire la primera piedra”. Estas palabras de Jesús revelan y denuncian la incoherencia de todos los que, antes y ahora, presumen de cumplir la letra de la Ley cuando no han querido asumir su espíritu. Además, nos revelan la grandeza y la comprensión del Maestro. Jesús es el único que está sin pecado. Por tanto, es el único que podría juzgar, pero no juzga.
• “Tampoco yo te condeno. Anda y en adelante no peques más”. La sociedad niega la seriedad del pecado, pero condena al pecador. No lo ve como persona, sino como asesino o adúltero, como ladrón o calumniador. Por el contrario, Jesús no niega la gravedad del pecado ni la seriedad de la culpa. Pero se muestra siempre dispuesto a ofrecer el perdón. El Maestro no mira tanto al pasado como al futuro. 
- Padre de los cielos, tú sabes bien que somos débiles. Tú conoces nuestro pecado. Pero nosotros sabemos y creemos que en Jesús nos revelas tu misericordia y nos concedes tu perdón. Agradecemos tu perdón. Te pedimos la gracia de no condenar a nuestros hermanos y hermanas. Y la sabiduría para que el pasado nos lleve a mirar con esperanza el futuro.
José-Román Flecha Andrés
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