martes, 21 de abril de 2015

Vídeos Reflexión: IVº Domingo de Tiempo de Pascua - Ciclo B - (Ed. Verbo Divino - Monjas de Sant Benet)



Evangelio según San Juan 10,11-18 - "El Buen Pastor" -

IVº Domingo "El Buen Pastor"
de Tiempo de Pascua - Ciclo B
26/04/15
Jn 10,11-18

Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye. y el lobo las arrebata y la dispersa. 

Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre". 
Palabra del Señor   
Reflexión
"ACERCARNOS Y CONOCERNOS"
Cuando entre los primeros cristianos comenzaron los conflictos y disensiones entre grupos y líderes diferentes, alguien sintió la necesidad de recordar que, en la comunidad de Jesús, sólo él es el Pastor bueno. No un pastor más, sino el auténtico, el verdadero, el modelo a seguir por todos.
Esta bella imagen de Jesús, Pastor bueno, es una llamada a la conversión, dirigida a quienes pueden reivindicar el título de «pastores» en la comunidad cristiana. El pastor que se parece a Jesús, sólo piensa en sus ovejas, no «huye» ante los problemas, no las «abandona». Al contrario, está junto a ellas, las defiende, se desvive por ellas, «expone su vida» buscando su bien.
Al mismo tiempo, esta imagen es una llamada a la comunión fraterna entre todos. El Buen Pastor «conoce» a sus ovejas y las ovejas le «conocen» a él. Sólo desde esta cercanía estrecha, desde este conocimiento mutuo y esta comunión de corazón, el Buen Pastor comparte su vida con las ovejas. Hacia esta comunión y mutuo conocimiento hemos de caminar también hoy en la Iglesia.
En estos momentos no fáciles para la fe, necesitamos como nunca aunar fuerzas, buscar juntos criterios evangélicos y líneas maestras de actuación para saber en qué dirección hemos de caminar de manera creativa hacia el futuro.
Sin embargo, no es esto lo que está sucediendo. Se hacen algunas llamadas convencionales a vivir en comunión, pero no estamos dando pasos para crear un clima de escucha mutua y diálogo. Al contrario, crecen las descalificaciones y disensiones entre obispos y teólogos; entre teólogos de diferentes tendencias; entre movimientos y comunidades de diverso signo; entre grupos y «blogs» de todo género…
Pero, tal vez, lo más triste es ver cómo sigue creciendo el distanciamiento entre la jerarquía y el pueblo cristiano. Se diría que viven dos mundos diferentes. En muchos lugares los «pastores» y las «ovejas» apenas se conocen. A muchos obispos no les resulta fácil sintonizar con las necesidades reales de los creyentes, para ofrecerles la orientación y el aliento que necesitan. A muchos fieles les resulta difícil sentir afecto e interés hacia unos pastores a los que ven alejados de sus problemas.
El Papa Francisco, entre otras cosas, hace un perfil del buen sacerdote: Llora con los que lloran. Se preocupa de las ausencias que, por esto o por aquello, hace tiempo se echan en falta. A veces, por malos entendidos, perdemos ovejas que han de estar dentro de nuestro rebaño.
Sólo creyentes, llenos del Espíritu del Buen Pastor, pueden ayudarnos a crear el clima de acercamiento, mutua escucha, respeto recíproco y diálogo humilde que tanto necesitamos.
¿A quién tenemos que querer de manera más desinteresada y más generosa?

José Antonio Pagola.

Proceso de canonización de Jérôme Lejeune; descubridor del Síndrome de Down

Pierde el Nobel y gana el Cielo: avanza la canonización del descubridor del «síndrome de Down»

Juanjo Romero, el 11.04.12 a las 1:06 PM



Esta tarde, en Notre Dame, se cerrará la fase de investigación diocesana del proceso de beatificación de Lejeune, médico e investigador, padre de la genética moderna y mundialmente reconocido como descubridor de la trisomía 21, el sïndrome de Down. Y lo que es más importante, una vida de amor de Dios y santificación como padre de familia, en el desarrollo de sus actividades profesionales, familiares y científicas.



En 1969, Jérôme Lejeune estaba en «cresta de la ola», aclamado en todos los centros de investigación del mundo. Comienzan las campañas del aborto en Europa y Estados Unidos. Como cuenta su hija Clara en Life is a Blessing: A Biography of Jerome Lejeune, se declaró en contra y se le cerraron repentinamente todas las puertas, desapareció hasta el punto de que nadie lo entrevistó cuando hizo su descubrimiento:

Creo que en 1971 fue a Estados Unidos y realizó un discurso en el National Institute for Health y después de esto mandó un mensaje a mi madre diciendo: «Hoy he perdido mi Premio Nobel». En el discurso habló sobre el aborto, diciendo, «ustedes están transformando su instituto de salud en un instituto de muerte».

El proceso está impulsado por la Asociación de amigos de Lejeune. En 2004, Fiorenzo Angelini, Presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud solicitó formalmente la incoación del proceso, en el décimo aniversario de la muerte del científico. La fama de santidad aconsejó abrir el proceso en 2007.
Años antes, en 1997, Juan Pablo II, en la JMJ de París, acudió a rezar ante la tumba de su amigo y primer presidente de la Academia Pontificia para la Vida.

Lejeune soñaba con curar el «síndrome de Down», para ello creó una fundación que a día de hoy continúa su trabajo. Como contaba su hija en una entrevista el año pasado:
Mi padre quiso crear esta fundación cuando todavía estaba vivo, porque él sabía que tendría que retirarse y quería que su investigación continuase. Al principio fue su proyecto. El día antes de morir, fui a verlo y me dijo que estaba muy triste por sus pacientes, porque ellos no entenderían que los había tenido que dejar. Dijo: «los estoy abandonando y ellos no van a entender porque ya no estaré con ellos nunca más».

Yo le contesté: «Ellos lo entenderán. Lo entenderán mejor que nosotros». Y me dijo: «No, ellos no lo entenderán mejor, pero si más profundamente». Y después de esto, cuando él murió, nosotros pensamos que podríamos hacer algo más por ellos.

Después de año y medio pusimos en marcha una fundación dedicada al la investigación y tratamiento no sólo del síndrome Down sino también de otros síndromes de enfermedades mentales de origen genético. Creamos un centro en Francia de investigación genética y tenemos un comité que distribuye las ayudas a los diferentes grupos que están en todo el mundo.
Hemos fundado 60 proyectos con 32 equipos en los Estados Unidos, y estamos en proceso de comenzar una fundación en los Estados Unidos que se encargará de más investigación y tratamiento.
El tratamiento real no existe en la actualidad, ya que los investigadores están trabajando en solucionar este problema genético. El patrimonio genético de los niños es correcto, simplemente se repite como un disco rallado. Mi padre siempre decía que un niño con síndrome Down es más niño que otros; es cómo si no estuviese acabado del todo. Así que si ese gen pudiese ser silenciado el niño podría ser normal.
Y este es realmente el futuro de la medicina, reparar el código genético. Por tanto no es descabellado que podamos tratarlos algún día. La dificultad estriba en que se gasta mucho dinero en realizar el diagnóstico y en matarlos, hasta tal punto que si pudiéramos tener sólo un 10% de este dinero para investigación, podríamos ya haber conseguido la cura.

Instituciones y gobiernos no es que estén apoyando poco, es que van por caminos diametralmente opuestos. Países como Dinamarca se han marcado el objetivo de conseguir eliminar el síndrome. Eso sí, por el famoso método de eliminar a todos los afectados; quieren conseguir la «sociedad perfecta» en 2030. Por experiencia puedo contar que en España no le vamos a la zaga, tanto por los altos índices de niños asesinados como por la mentalidad eugenésica que se está instalando.
Uno de los síntomas más claros es que ya prosperan las demandas por «nacimiento injusto». Terrorífico nombre. Quedan lejos de las cifras USA, 4,5 millones de dólares, y acá tienen que conformarse con 280.000 €.

Como, por encima de demás consideraciones, esto es un problema de conversión, es un buen momento para pedirla, por la intercesión del Lejeune:

Oh Dios, que has creado al hombre a tu imagen y le has destinado a compartir Tu Gloria, te damos gracias por haberle dado a tu Iglesia el profesor Jerónimo Lejeune, eminente servidor de la vida.
Él supo poner su penetrante inteligencia y su fe profunda al servicio de la defensa de la vida humana, especialmente de la vida en gestación, en el incansable empeño de cuidarla y sanarla. Testigo apasionado de la verdad y de la caridad, supo reconciliar, ante los ojos del mundo contemporáneo, la fe y la razón.
Concédenos por su intercesión, según tu voluntad, la gracia que te pedimos, con la esperanza de que pronto sea contado entre el número de tus santos.
                                                                       Amén.
Con aprobación eclesiástica
Mons. ANDRÉ VINGT-TROIS
Arzobispo de París
Se ruega comunicar las gracias recibidas a :
Postulation de la cause de béatification et de canonisation du Serviteur de Dieu Jérôme Lejeune Abbaye Saint-Wandrille
F- 76490 SAINT-WANDRILLE - FRANCIA
Ora pro nobis.


Fuente: http://infocatolica.com/blog/delapsis.php/1204110106-pierde-el-nobel-y-gana-el-cie

martes, 14 de abril de 2015

Videos Reflexion: IIIº Domingo Tiempo de Pascua - "Aparición de Jesús a los discípulos y ultimas instrucciones" - (Monjas de Sant Benet - Ed. Verbo Divino) -



Evangelio según San Lucas 24,35-48 - "Aparición de Jesús a los discípulos y ultimas instrucciones"-

IIIº Domingo "Aparición de Jesús a los discípulos y ultimas instrucciones"
de Tiempo de Pascua - Ciclo B
19/04/15
Lc 24,35-48
Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". 
Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: "¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas?
Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo".
Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies.
Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: "¿Tienen aquí algo para comer?".
Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; él lo tomó y lo comió delante de todos.
Después les dijo: "Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos".
Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: "Así esta escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto.
Palabra del Señor    
Reflexión
"CREER POR EXPERIENCIA PROPIA"
No es fácil creer en Jesús resucitado. En última instancia es algo que solo puede ser captado y comprendido desde la fe que el mismo Jesús despierta en nosotros. Si no experimentamos nunca «por dentro» la paz y la alegría que Jesús infunde, es difícil que encontremos «por fuera» pruebas de su resurrección.
Algo de esto nos viene a decir Lucas al describirnos el encuentro de Jesús resucitado con el grupo de discípulos. Entre ellos hay de todo. Dos discípulos están contando cómo lo han reconocido al cenar con él en Emaús. Pedro dice que se le ha aparecido. La mayoría no ha tenido todavía ninguna experiencia. No saben qué pensar.
Entonces «Jesús se presenta en medio de ellos y les dice: “Paz a vosotros”». Lo primero para despertar nuestra fe en Jesús resucitado es poder intuir, también hoy, su presencia en medio de nosotros, y hacer circular en nuestros grupos, comunidades y parroquias la paz, la alegría y la seguridad que da el saberlo vivo, acompañándonos de cerca en estos tiempos nada fáciles para la fe.
El relato de Lucas es muy realista. La presencia de Jesús no transforma de manera mágica a los discípulos. Algunos se asustan y «creen que están viendo un fantasma». En el interior de otros «surgen dudas» de todo tipo. Hay quienes «no lo acaban de creer por la alegría». Otros siguen «atónitos».
Así sucede también hoy. La fe en Cristo resucitado no nace de manera automática y segura en nosotros. Se va despertando en nuestro corazón de forma frágil y humilde. Al comienzo, es casi solo un deseo. De ordinario, crece rodeada de dudas e interrogantes: ¿será posible que sea verdad algo tan grande?
Según el relato, Jesús se queda, come entre ellos, y se dedica a «abrirles el entendimiento» para que puedan comprender lo que ha sucedido. Quiere que se conviertan en «testigos», que puedan hablar desde su experiencia, y predicar no de cualquier manera, sino «en su nombre».
Creer en el Resucitado no es cuestión de un día. Es un proceso que, a veces, puede durar años. Lo importante es nuestra actitud interior. Confiar siempre en Jesús. Hacerle mucho más sitio en cada uno de nosotros y en nuestras comunidades cristianas.

                                                                                                      José Antonio Pagola.

miércoles, 8 de abril de 2015

IIº Domingo de Pascua: Fiesta de la Divina Misericordia - (Video: Youtube)

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Videos Reflexion: Evangelio Tiempo de Pascua - "Aparición de Jesús a los discípulos" - (Monjas de Sant Benet - Ed. Verbo Divino) -



Evangelio según San Juan 20,19-31 - "Aparición de Jesús a los discípulos" -

IIº Domingo
de Tiempo de Pascua - Ciclo B
"Aparición de Jesús a los discípulos"
o de la Divina Misericordia
12/04/15
Jn 20,19-31
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Reflexión
"VIVIR DE SU PRESENCIA"  
El relato de Juan no puede ser más sugerente e interpelador. Solo cuando ven a Jesús resucitado en medio de ellos, el grupo de discípulos se transforma. Recuperan la paz, desaparecen sus miedos, se llenan de una alegría desconocida, notan el aliento de Jesús sobre ellos y abren las puertas porque se sienten enviados a vivir la misma misión que él había recibido del Padre.
La crisis actual de la Iglesia, sus miedos y su falta de vigor espiritual tienen su origen a un nivel profundo. Con frecuencia, la idea de la resurrección de Jesús y de su presencia en medio de nosotros es más una doctrina pensada y predicada, que una experiencia vivida.
Cristo resucitado está en el centro de la Iglesia, pero su presencia viva no está arraigada en nosotros, no está incorporada a la sustancia de nuestras comunidades, no nutre de ordinario nuestros proyectos. Tras veinte siglos de cristianismo, Jesús no es conocido ni comprendido en su originalidad. No es amado ni seguido como lo fue por sus discípulos y discípulas.
Se nota enseguida cuando un grupo o una comunidad cristiana se siente como habitada por esa presencia invisible, pero real y activa de Cristo resucitado. No se contentan con seguir rutinariamente las directrices que regulan la vida eclesial. Poseen una sensibilidad especial para escuchar, buscar, recordar y aplicar el Evangelio de Jesús. Son los espacios más sanos y vivos de la Iglesia.
Nada ni nadie nos puede aportar hoy la fuerza, la alegría y la creatividad que necesitamos para enfrentarnos a una crisis sin precedentes, como puede hacerlo la presencia viva de Cristo resucitado. Privados de su vigor espiritual, no saldremos de nuestra pasividad casi innata, continuaremos con las puertas cerradas al mundo moderno, seguiremos haciendo «lo mandado», sin alegría ni convicción. ¿Dónde encontraremos la fuerza que necesitamos para recrear y reformar la Iglesia?
Hemos de reaccionar. Necesitamos de Jesús más que nunca. Necesitamos vivir de su presencia viva, recordar en toda ocasión sus criterios y su Espíritu, repensar constantemente su vida, dejarle ser el inspirador de nuestra acción. Él nos puede transmitir más luz y más fuerza que nadie. Él está en medio de nosotros comunicándonos su paz, su alegría y su Espíritu.                  
 José Antonio Pagola.
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