Pquia. San Pio X, Mar del Plata: Proyecto basado en las directivas del Padre M, Bautista. Como devotos de la Divina Misericordia del Señor, surge la necesidad de ver reflejada en la acción la Misericordia de Dios, queremos dar a conocer las obras de Misericordia, corporales y espirituales especialmente con los pecadores, consolando y asistiendo a los pobres, afligidos y enfermos. Jesús privilegió a los pobres y sufrientes (Lc. 6,20 ss), Él nos enseña a ver en el enfermo a Cristo (Mt. 25,31-46)
miércoles, 27 de mayo de 2015
Evangelio según San Mateo 28, 16-20 - "Santísima Trinidad" - Solemnidad -
9º Domingo "Santísima Trinidad"
de Tiempo Ordinario - Ciclo B
31/05/15
Mt 28, 16-20
Después de la Resurrección del Señor, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado.
Al verlo, se postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra.
Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo".
de Tiempo Ordinario - Ciclo B
31/05/15
Mt 28, 16-20
Al verlo, se postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra.
Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo".
Palabra del Señor
Reflexión
"LO ESENCIAL DEL CREDO"
A lo largo de los siglos, los teólogos cristianos han elaborado profundos estudios sobre la Trinidad. Sin embargo, bastantes cristianos de nuestros días no logran captar qué tienen que ver con su vida esas admirables doctrinas.
Al parecer, hoy necesitamos oír hablar de Dios con palabras humildes y sencillas, que toquen nuestro pobre corazón, confuso y desalentado, y reconforten nuestra fe vacilante. Necesitamos, tal vez, recuperar lo esencial de nuestro credo para aprender a vivirlo con alegría nueva.
«Creo en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra».
No estamos solos ante nuestros problemas y conflictos. No vivimos olvidados, Dios es nuestro «Padre» querido. Así lo llamaba Jesús y así lo llamamos nosotros. Él es el origen y la meta de nuestra vida. Nos ha creado a todos solo por amor, y nos espera a todos con corazón de Padre al final de nuestra peregrinación por este mundo.
Su nombre es hoy olvidado y negado por muchos. Nuestros hijos se van alejando de él, y los creyentes no sabemos contagiarles nuestra fe, pero Dios nos sigue mirando a todos con amor. Aunque vivamos llenos de dudas, no hemos de perder la fe en un Dios Creador y Padre pues habríamos perdido nuestra última esperanza.
«Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor».
Es el gran regalo que Dios ha hecho al mundo. Él nos ha contado cómo es el Padre. Para nosotros, Jesús nunca será un hombre más. Mirándolo a él, vemos al Padre: en sus gestos captamos su ternura y comprensión. En él podemos sentir a Dios humano, cercano, amigo.
Este Jesús, el Hijo amado de Dios, nos ha animado a construir una vida más fraterna y dichosa para todos. Es lo que más quiere el Padre. Nos ha indicado, además, el camino a seguir: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo». Si olvidamos a Jesús, ¿quién ocupará su vacío?, ¿quién nos podrá ofrecer su luz y su esperanza?
«Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida».
Este misterio de Dios no es algo lejano. Está presente en el fondo de cada uno de nosotros. Lo podemos captar como Espíritu que alienta nuestras vidas, como Amor que nos lleva hacia los que sufren. Este Espíritu es lo mejor que hay dentro de nosotros.
A lo largo de los siglos, los teólogos cristianos han elaborado profundos estudios sobre la Trinidad. Sin embargo, bastantes cristianos de nuestros días no logran captar qué tienen que ver con su vida esas admirables doctrinas.
Al parecer, hoy necesitamos oír hablar de Dios con palabras humildes y sencillas, que toquen nuestro pobre corazón, confuso y desalentado, y reconforten nuestra fe vacilante. Necesitamos, tal vez, recuperar lo esencial de nuestro credo para aprender a vivirlo con alegría nueva.
«Creo en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra».
No estamos solos ante nuestros problemas y conflictos. No vivimos olvidados, Dios es nuestro «Padre» querido. Así lo llamaba Jesús y así lo llamamos nosotros. Él es el origen y la meta de nuestra vida. Nos ha creado a todos solo por amor, y nos espera a todos con corazón de Padre al final de nuestra peregrinación por este mundo.
Su nombre es hoy olvidado y negado por muchos. Nuestros hijos se van alejando de él, y los creyentes no sabemos contagiarles nuestra fe, pero Dios nos sigue mirando a todos con amor. Aunque vivamos llenos de dudas, no hemos de perder la fe en un Dios Creador y Padre pues habríamos perdido nuestra última esperanza.
«Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor».
Es el gran regalo que Dios ha hecho al mundo. Él nos ha contado cómo es el Padre. Para nosotros, Jesús nunca será un hombre más. Mirándolo a él, vemos al Padre: en sus gestos captamos su ternura y comprensión. En él podemos sentir a Dios humano, cercano, amigo.
Este Jesús, el Hijo amado de Dios, nos ha animado a construir una vida más fraterna y dichosa para todos. Es lo que más quiere el Padre. Nos ha indicado, además, el camino a seguir: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo». Si olvidamos a Jesús, ¿quién ocupará su vacío?, ¿quién nos podrá ofrecer su luz y su esperanza?
«Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida».
Este misterio de Dios no es algo lejano. Está presente en el fondo de cada uno de nosotros. Lo podemos captar como Espíritu que alienta nuestras vidas, como Amor que nos lleva hacia los que sufren. Este Espíritu es lo mejor que hay dentro de nosotros.
José Antonio Pagola.
domingo, 24 de mayo de 2015
miércoles, 20 de mayo de 2015
Evangelio según San Juan 20,19-23 - "Pentecostés" - Solemnidad -
Domingo de Pentecostés
Ciclo B
24/05/15
Jn 20,19-23
La primera dimensión la subrayaba ya Santa Teresa con la imagen del fuego, cuando escribía en sus Meditaciones sobre los Cantares: “El Espíritu Santo debe ser medianero entre el alma y Dios y el que la mueve con tan ardientes deseos que la hace encender con fuego soberano, que tan cerca está” (5,5).
La segunda dimensión la ilustra el papa Francisco, al afirmar que “en Pentecostés, el Espíritu Santo hace salir de sí mismos a los apóstoles y los transforma en anunciadores de las grandezas de Dios, que cada uno comienza a entender en su propia lengua. El Espíritu Santo infunde la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente” (EG 1).
TRES ADVERTENCIAS
El Evangelio de esta fiesta nos sitúa en el “primer día de la semana”. Al amanecer de aquel día, las mujeres que acudieron al sepulcro lo encontraron vacío. Ante el anuncio de las mujeres, los discípulos del Señor experimentaron sentimientos de asombro y de alegría. Pero el miedo los había encerrado en una casa, cuando entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros”. (Jn 20,19). He ahí tres advertencias para la Iglesia de todos los siglos.
Después de su saludo, el Resucitado exhaló su aliento sobre sus discípulos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Jn 20,23).
Ciclo B
24/05/15
Jn 20,19-23
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Reflexión
“Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu Santo le sugería”. En esta fiesta de Pentecostés celebramos la presencia del Espíritu de Dios en la Iglesia (Hech 2,1-11). Una presencia que nos zambulle en la intimidad con Dios y nos empuja también a acercar el Evangelio a nuestros hermanos..La primera dimensión la subrayaba ya Santa Teresa con la imagen del fuego, cuando escribía en sus Meditaciones sobre los Cantares: “El Espíritu Santo debe ser medianero entre el alma y Dios y el que la mueve con tan ardientes deseos que la hace encender con fuego soberano, que tan cerca está” (5,5).
La segunda dimensión la ilustra el papa Francisco, al afirmar que “en Pentecostés, el Espíritu Santo hace salir de sí mismos a los apóstoles y los transforma en anunciadores de las grandezas de Dios, que cada uno comienza a entender en su propia lengua. El Espíritu Santo infunde la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente” (EG 1).
TRES ADVERTENCIAS
El Evangelio de esta fiesta nos sitúa en el “primer día de la semana”. Al amanecer de aquel día, las mujeres que acudieron al sepulcro lo encontraron vacío. Ante el anuncio de las mujeres, los discípulos del Señor experimentaron sentimientos de asombro y de alegría. Pero el miedo los había encerrado en una casa, cuando entró Jesús, se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros”. (Jn 20,19). He ahí tres advertencias para la Iglesia de todos los siglos.
- Vino Jesús al encuentro de sus discípulos. De él había sido la iniciativa de elegirlos y de llamarlos, para que le siguieran y estuvieran con él. El resucitado no los olvida. Y de nuevo toma la iniciativa de acercarse hasta ellos, aunque ellos le hayan abandonado.
- Se colocó en medio de ellos. Juan Bautista había dicho: “En medio de vosotros está uno a quien no conocéis” (Jn 1,26). Ahora se coloca definitivamente “en medio” de sus discípulos el Maestro al que no reconocen. Ese ha de ser su puesto en la comunidad para siempre.
- Y les dirigió el saludo tradicional de la paz. Ese era su don personal, como había anunciado a sus discípulos en su despedida (Jn 14,27). Ese era el saludo que ellos habían de pronunciar al entrar en una casa (Mt 10,12). Y esa era la promesa del Señor para la eternidad.
Después de su saludo, el Resucitado exhaló su aliento sobre sus discípulos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Jn 20,23).
- Recibir el Espíritu Santo. El autor de los dones es el don primero del Señor Resucitado. El aliento que exhaló desde lo alto de la cruz, es su propia vida. Una vida que ha entregado por nosotros. Una vida que comparte con nosotros para que nosotros la entreguemos como él.
- Perdonar los pecados. Jesús no ha venido al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él (Jn 3,17). Sus apóstoles son enviados a anunciar, como él lo hizo durante su vida, la gracia y la misericordia de Dios.
- Retener los pecados. Dios respeta y siempre respetará la libertad de sus hijos. Pero los discípulos del Señor han de cumplir con la misión de gracia que se les confía, advirtiendo a los hombres de los obstáculos que ponen cada día a la salvación que se les ofrece.
José-Román Flecha Andrés
domingo, 17 de mayo de 2015
miércoles, 13 de mayo de 2015
martes, 12 de mayo de 2015
Evangelio según San Marcos 16,15-20 - "La Ascensión del Señor" - Solemnidad -
VIIº Domingo - La Ascensión del Señor -
de Tiempo de Pascua - Ciclo B
Mc. 16,15-21
17/05/15
de Tiempo de Pascua - Ciclo B
Mc. 16,15-21
17/05/15
Jesús resucitado se apareció a los Once y les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.
El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán".
Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.
Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.
Palabra del Señor
Reflexión
"CONFIANZA Y RESPONSABILIDAD"
Al evangelio original de Marcos se le añadió en algún momento un apéndice donde se recoge este mandato final de Jesús:«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación». El Evangelio no ha de quedar en el interior del pequeño grupo de sus discípulos. Han de salir y desplazarse para alcanzar al «mundo entero» y llevar la Buena Noticia a todas las gentes, a «toda la creación».
Sin duda, estas palabras eran escuchadas con entusiasmo cuando los cristianos estaban en plena expansión y sus comunidades se multiplicaban por todo el Imperio, pero ¿cómo escucharlas hoy cuando nos vemos impotentes para retener a quienes abandonan nuestras iglesias porque no sienten ya necesidad de nuestra religión?
Lo primero es vivir desde la confianza absoluta en la acción de Dios. Nos lo ha enseñado Jesús. Dios sigue trabajando con amor infinito el corazón y la conciencia de todos sus hijos e hijas, aunque nosotros los consideremos «ovejas perdidas». Dios no está bloqueado por ninguna crisis.
No está esperando a que desde la Iglesia pongamos en marcha nuestros planes de restauración o nuestros proyectos de innovación. Él sigue actuando en la Iglesia y fuera de la Iglesia. Nadie vive abandonado por Dios, aunque no haya oído nunca hablar del Evangelio de Jesús.
Pero todo esto no nos dispensa de nuestra responsabilidad. Hemos de empezar a hacernos nuevas preguntas: ¿Por qué caminos anda buscando Dios a las personas de la cultura moderna? ¿Cómo quiere hacer presente al ser humano de nuestros días la Buena Noticia de Jesús?
Hemos de preguntarnos todavía algo más: ¿Qué llamadas nos está haciendo Dios para transformar nuestra forma tradicional de pensar, expresar, celebrar y encarnar la fe cristiana de manera que propiciemos la acción de Dios en el interior de la cultura moderna? ¿No corremos el riesgo de convertirnos, con nuestra inercia e inmovilismo, en freno y obstáculo cultural para que el Evangelio se encarne en la sociedad contemporánea?
Nadie sabe cómo será la fe cristiana en el mundo nuevo que está emergiendo, pero, difícilmente será «clonación» del pasado. El Evangelio tiene fuerza para inaugurar un cristianismo nuevo.
¿No sería más razonable entender y vivir la experiencia religiosa como la entendió y la vivió el Jesús? ¿No sería más lógico vivir la fe en Jesús como fe en la bondad, en el respeto, en la tolerancia, en la ayuda de todos para todos, sean cuales sean las formas concretas de creencias y prácticas religiosas que cada pueblo y cada cultura vive en concreto? He aquí una de las cuestiones más serias que nos plantea la fiesta de la Ascensión del Señor. José Antonio Pagola.
jueves, 7 de mayo de 2015
Evangelio según San Juan 15,1-8 - "El mandamiento del amor" -
VIº Domingo "El mandamiento del amor"
de Tiempo de Pascua - Ciclo B
10/05/15
Jn 15,9-17
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado.
No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.
Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros".
de Tiempo de Pascua - Ciclo B
10/05/15
Jn 15,9-17
Durante la última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: "Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.
Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor. como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado.
No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.
Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros".
Palabra del Señor
Reflexión
"NO DESVIARNOS DEL AMOR"
El evangelista Juan pone en boca de Jesús un largo discurso de despedida en el que se recogen con una intensidad especial algunos rasgos fundamentales que han de recordar sus discípulos a lo largo de los tiempos, para ser fieles a su persona y a su proyecto. También en nuestros días.
«Permaneced en mi amor». Es lo primero. No se trata sólo de vivir en una religión, sino de vivir en el amor con que nos ama Jesús, el amor que recibe del Padre. Ser cristiano no es en primer lugar un asunto doctrinal, sino una cuestión de amor. A lo largo de los siglos, los discípulos conocerán incertidumbres, conflictos y dificultades de todo orden. Lo importante será siempre no desviarse del amor.
Permanecer en el amor de Jesús no es algo teórico ni vacío de contenido. Consiste en «guardar sus mandamientos»,que él mismo resume enseguida en el mandato del amor fraterno: «Éste es mi mandamiento; que os améis unos a otros como yo os he amado». El cristiano encuentra en su religión muchos mandamientos. Su origen, su naturaleza y su importancia son diversos y desiguales. Con el paso del tiempo, las normas se multiplican. Sólo del mandato del amor dice Jesús: «Este mandato es el mío». En cualquier época y situación, lo decisivo para el cristianismo es no salirse del amor fraterno.
Jesús no presenta este mandato del amor como una ley que ha de regir nuestra vida haciéndola más dura y pesada, sino como una fuente de alegría: «Os hablo de esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud». Cuando entre nosotros falta verdadero amor, se crea un vacío que nada ni nadie puede llenar de alegría.
Sin amor no es posible dar pasos hacia un cristianismo más abierto, cordial, alegre, sencillo y amable donde podamos vivir como «amigos» de Jesús, según la expresión evangélica. No sabremos cómo generar alegría. Aún sin quererlo, seguiremos cultivando un cristianismo triste, lleno de quejas, resentimientos, lamentos y desazón.
A nuestro cristianismo le falta, con frecuencia, la alegría de lo que se hace y se vive con amor. A nuestro seguimiento a Jesucristo le falta el entusiasmo de la innovación, y le sobra la tristeza de lo que se repite sin la convicción de estar reproduciendo lo que Jesús quería de nosotros.
No podemos llamar "amor" a cualquier cosa, donde hay amor, al menos, donde hay un amor como el de Jesús, hay entrega generosa, hay respeto, hay preocupación por el otro, fidelidad, perdón y ayuda. José Antonio Pagola.
8 de Mayo: Nuestra Señora de Luján, Patrona de Nuestra Patria
La Ermita de la Virgen
La Imagen de Nuestra Señora estuvo por algún tiempo guardada y venerada en la pequeña habitación de la casa de campo del Rosendo, adornada ahí con todo el decoro y respeto posible. Pero muy pronto los dueños de la estancia quisieron levantar a la milagrosa Imagen una Capilla que estaría lista hacia mediados de 1633. Fue abierta a los numerosos peregrinos que allí acudían, atraídos por las gracias que la Virgen Santísima dispensaba a sus devotos. Su construcción sería muy rústica y no pasaría de un modesto rancho, con paredes de barro, techo de paja y piso natural de tierra y por todo lujo un revoque de blanqueo; y el pequeño altar tendría una sencillez primitiva y un poco arriba del mismo estaría colocada la Santa Imagen. La Capilla o Ermita de los Rosendo no tendría más de cinco varas de largo por tres de ancho.
El mercedario Pedro de Santa María relata: “la Santa Imagen estuvo en lo de dicho Rosendo, en un Oratorio muy corto y muy venerada la Imagen de todo el Pago. Y dicho Rosendo dedicó un negro llamado Manuel al culto de la Imagen, quien cuidaba de la lámpara de dicha Señora, que incesantemente ardía”.
Ana de Matos
Hacia el año 1671, Ana de Matos, mujer acaudalada de Buenos Aires, que conocía de cerca el milagro deLuján, dolorida por el abandono en que quedaba la Santa Imagen, se acercó al Cura de la Catedral, Presbítero Juan de Oramas, medio hermano del Pbro. Diego Rosendo de Trigueros, para pedírsela o comprársela. Debido a la soledad de los campos y sin materiales convenientes no fue fácil construir una Capilla por lo que se procuró un modesto Oratorio, junto a la casa de Doña Matos. Al cuidado del culto fue puesto el Negro Manuel, su fiel servidor. Hacia el año 1677 empezó la obra de la Nueva Capilla construida con material de ladrillos cocidos y se concluyó hacia 1685 celebrando la colocación de la Imagen en su nicho.
El traslado, desde la antigua ermita hasta la casa de doña Matos se cumplió cerca del 8 de diciembre, como preparación a una nueva celebración de la Purísima Concepción. Participaron el Obispo de Buenos Aires Cristóbal de la Mancha y Velazco (1646-1673) y el Gobernador Martínez de Salazar. El 2 de octubre de 1682 doña Ana dona tierras a la Santa Imagen de Luján en estos términos: “Porque tengo mucho amor a la advocación de Nuestra Señora de la Limpia Concepción y a su Santa Imagen hago gracia y donación a dicha Imagen de todo el sitio que necesitare para la fábrica de su capilla…”. Hace la donación con la condición de que la Imagen ha de estar perpetuamente en dichas tierras; así se convertía en oficial y pública la Capilla de Nuestra Señora al pasar al dominio de la Iglesia la posesión de ese lugar sagrado y también daba origen y fundamento a la verdadera fundación de la actual ciudad de Luján.
Doña Ana de Matos murió el 25 de enero de 1698
Fuente: http://www.corazones.org/maria/lujan/pagina_principal_lujan.html
viernes, 1 de mayo de 2015
Evangelio según San Juan 15,1-8 - "La vid verdadera" -
Vº Domingo "La vid verdadera"
de Tiempo de Pascua - Ciclo B
03/05/15
Jn 15,1-8
de Tiempo de Pascua - Ciclo B
03/05/15
Jn 15,1-8
"Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador.
El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía.
Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde.
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.
La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos".
Palabra del Señor
Reflexión
NO DESVIARNOS DE JESÚS
"La imagen es sencilla y de gran fuerza expresiva. Jesús es la «vid verdadera», llena de vida; los discípulos son «sarmientos» que viven de la savia que les llega de Jesús; el Padre es el «viñador» que cuida personalmente la viña para que dé fruto abundante. Lo único importante es que se vaya haciendo realidad su proyecto de un mundo más humano y feliz para todos.
La imagen pone de relieve dónde está el problema. Hay sarmientos secos por los que no circula la savia de Jesús. Discípulos que no dan frutos porque no corre por sus venas el Espíritu del Resucitado. Comunidades cristianas que languidecen desconectadas de su persona.
Por eso se hace una afirmación cargada de intensidad: «el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid»: la vida de los discípulos es estéril «si no permanecen» en Jesús. Sus palabras son categóricas: «Sin mí no podéis hacer nada». ¿No se nos está desvelando aquí la verdadera raíz de la crisis de nuestro cristianismo, el factor interno que resquebraja sus cimientos como ningún otro?
La forma en que viven su religión muchos cristianos, sin una unión vital con Jesucristo, no subsistirá por mucho tiempo: quedará reducida a «folklore» anacrónico que no aportará a nadie la Buena Noticia del Evangelio. La Iglesia no podrá llevar a cabo su misión en el mundo contemporáneo, si los que nos decimos «cristianos» no nos convertimos en discípulos de Jesús, animados por su espíritu y su pasión por un mundo más humano.
Ser cristiano exige hoy una experiencia vital de Jesucristo, un conocimiento interior de su persona y una pasión por su proyecto, que no se requerían para ser practicante dentro de una sociedad de cristiandad. Si no aprendemos a vivir de un contacto más inmediato y apasionado con Jesús, la decadencia de nuestro cristianismo se puede convertir en una enfermedad mortal.Los cristianos vivimos hoy preocupados y distraídos por muchas cuestiones. No puede ser de otra manera. Pero no hemos de olvidar lo esencial. Todos somos «sarmientos». Solo Jesús es «la verdadera vid». Lo decisivo en estos momentos es «permanecer en él»: aplicar toda nuestra atención al Evangelio; alimentar en nuestros grupos, redes, comunidades y parroquias el contacto vivo con él; no desviarnos de su proyecto." José Antonio Pagola.
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