miércoles, 30 de octubre de 2019

Vídeos Reflexión: 31º Domingo de Tiempo Ordinario - Ciclo C - "Jesús y Zaqueo" - (Youtube - Ed. Verbo Divino)

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Evangelio según San Lucas 19,1-10 - "Jesús y Zaqueo"

31º Domingo
Tiempo Ordinario - Ciclo C -
"Jesús y Zaqueo"
3/11/19
Lc 19,1-10
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Reflexión
Para Jesús no hay casos perdidos
Jesús alerta con frecuencia sobre el riesgo de quedar atrapados por la atracción irresistible del dinero. El deseo insaciable de bienestar material puede echar a perder la vida de una persona. No hace falta ser muy rico. Quien vive esclavo del dinero termina encerrado en sí mismo. Los demás no cuentan. Según Jesús, “donde esté vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.
Esta visión del peligro deshumanizador del dinero no es un recurso del Profeta indignado de Galilea. Diferentes estudios analizan el poder del dinero como una fuerza ligada a pulsiones profundas de autoprotección, búsqueda de seguridad y miedo a la caducidad de nuestra existencia.
Sin embargo, para Jesús, la atracción del dinero no es una especie de enfermedad incurable. Es posible liberarse de su esclavitud y empezar una vida más sana. El rico no es “un caso perdido”. Es muy esclarecedor el relato de Lucas sobre el encuentro de Jesús con un hombre rico de Jericó.
Al atravesar la ciudad, Jesús se encuentra con una escena curiosa. Un hombre de pequeña estatura ha subido a una higuera para poder verlo de cerca. No es desconocido. Se trata de un rico, poderoso “jefe de recaudadores”. Para la gente de Jericó, un ser despreciable, un recaudador corrupto y sin escrúpulos como casi todos. Para los sectores religiosos, “un pecador” sin conversión posible, excluido de toda salvación.
Sin embargo, Jesús le hace una propuesta sorprendente: “Zaqueo, baja en seguida porque tengo que alojarme en tu casa”. Jesús quiere ser acogido en su casa de pecador, en el mundo de dinero y de poder de este hombre despreciado por todos. Zaqueo bajó en seguida y lo recibió con alegría. No tiene miedo de dejar entrar en su vida al Defensor de los pobres.
Lucas no explica lo que sucedió en aquella casa. Sólo dice que el contacto con Jesús transforma radicalmente al rico Zaqueo. Su compromiso es firme. En adelante pensará en los pobres: compartirá con ellos sus bienes. Recordará también a las víctimas de las que ha abusado: les devolverá con creces lo robado. Jesús ha introducido en su vida justicia y amor solidario.
El relato concluye con unas palabras admirables de Jesús: “Hoy ha entrado la salvación en esta casa. También este es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”. También los ricos se pueden convertir. Con Jesús todo es posible. No lo hemos de olvidar nadie. Él ha venido para buscar y salvar lo que nosotros podemos estar echando a perder. Para Jesús no hay casos perdidos.
José Antonio Pagola
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miércoles, 23 de octubre de 2019

Vídeos Reflexión: 30º Domingo de Tiempo Ordinario - Ciclo C - "Parábola el Fariseo y el Publicano"- (Ed Verbo Divino - YouTube)

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Evangelio según San Lucas 18,9-14 - "Parábola el Fariseo y el Publicano"

30º Domingo
Tiempo Ordinario - Ciclo C -
"Parábola del Fariseo y el Publicano"
27/10/19
Lc 18,9-14

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Reflexión
LA POSTURA JUSTA
Ten compasión de este pecador.
Según Lucas, Jesús dirige la parábola del fariseo y el publicano a algunos que presumen de ser justos ante Dios y desprecian a los demás. Los dos protagonistas que suben al templo a orar representan dos actitudes religiosas contrapuestas e irreconciliables. Pero, ¿cuál es la postura justa y acertada ante Dios? Ésta es la pregunta de fondo.
El fariseo es un observante escrupuloso de la ley y un practicante fiel de su religión. Se siente seguro en el templo. Ora de pie y con la cabeza erguida. Su oración es la más hermosa: una plegaria de alabanza y acción de gracias a Dios. Pero no le da gracias por su grandeza, su bondad o misericordia, sino por lo bueno y grande que es él mismo.
En seguida se observa algo falso en esta oración. Más que orar, este hombre se contempla a sí mismo. Se cuenta su propia historia llena de méritos. Necesita sentirse en regla ante Dios y exhibirse como superior a los demás.
Este hombre no sabe lo que es orar. No reconoce la grandeza misteriosa de Dios ni confiesa su propia pequeñez. Buscar a Dios para enumerar ante él nuestras buenas obras y despreciar a los demás es de imbéciles. Tras su aparente piedad se esconde una oración "atea". Este hombre no necesita a Dios. No le pide nada. Se basta a sí mismo.
La oración del publicano es muy diferente. Sabe que su presencia en el templo es mal vista por todos. Su oficio de recaudador es odiado y despreciado. No se excusa. Reconoce que es pecador. Sus golpes de pecho y las pocas palabras que susurra lo dicen todo: «¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador».
Este hombre sabe que no puede vanagloriarse. No tiene nada que ofrecer a Dios, pero sí mucho que recibir de él: su perdón y su misericordia. En su oración hay autenticidad. Este hombre es pecador, pero está en el camino de la verdad.
El fariseo no se ha encontrado con Dios. Este recaudador, por el contrario, encuentra en seguida la postura correcta ante él: la actitud del que no tiene nada y lo necesita todo. No se detiene siquiera a confesar con detalle sus culpas. Se reconoce pecador. De esa conciencia brota su oración: «Ten compasión de este pecador».
Los dos suben al templo a orar, pero cada uno lleva en su corazón su imagen de Dios y su modo de relacionarse con él. El fariseo sigue enredado en una religión legalista: para él lo importante es estar en regla con Dios y ser más observante que nadie. El recaudador, por el contrario, se abre al Dios del Amor que predica Jesús: ha aprendido a vivir del perdón, sin vanagloriarse de nada y sin condenar a nadie.
José Antonio Pagola
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miércoles, 16 de octubre de 2019

Video: Intenciones del Papa Francisco - "Recemos por la Evangelización: Primavera misionera en la Iglesia" - (YouTube) -

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Hoy, es necesario un nuevo impulso en la actividad misionera de la Iglesia para afrontar el desafío de anunciar a Jesús muerto y resucitado. Llegar a las periferias, a los ambientes humanos, culturales y religiosos todavía ajenos al Evangelio: en esto consiste lo que llamamos missio ad gentes. Y recordar que el corazón de la misión de la Iglesia es la oración.
Papa Francisco - Octubre 2019
INTENCIONES DEL PAPA PARA LOS DESAFÍOS
DE LA HUMANIDAD Y DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA
OCTUBRE 2019
Universal: Recemos para que el soplo del Espíritu Santo suscite una nueva primavera misionera en la Iglesia.
Oración
El Papa Francisco nos llama a renovar nuestro dinamismo misionero en nuestros propios países y en todo el mundo. El lema, “Bautizados y Enviados: La Iglesia de Cristo en Misión en el Mundo”, es una invitación a avanzar individual y comunitariamente con ánimo. “El corazón de la misión de la Iglesia es la oración. (Papa Francisco, junio de 2019). Las Obras Misionales Pontificias/Missio invitan a cada fiel a rezar donde se encuentre cada viernes de octubre a mediodía.
Padre nuestro,
Tu Hijo Unigénito Jesucristo
resucitado de entre los muertos
encomendó a sus discípulos el mandato de
“id y haced discípulos a todas las gentes”
Tú nos recuerdas que a través de nuestro bautismo
somos partícipes de la misión de la Iglesia
Por los dones de tu Santo Espíritu, concédenos la gracia
de ser testigos del Evangelio,
valientes y tenaces,
para que la misión encomendada a la Iglesia,
que aún está lejos de ser completada,
pueda encontrar manifestaciones nuevas y eficaces
que traigan vida y luz al mundo.
Ayúdanos a hacer que todos los pueblos
puedan experimentar el amor salvífico
y la misericordia de Jesucristo,
Él que es Dios y vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.
Padre Nuestro, Ave Maria, Gloria
Amén

Oración de Ofrecimiento
Padre Bueno, sé que estás conmigo.
Aquí estoy en este nuevo día.
Pon una vez más mi corazón
junto al Corazón de tu Hijo Jesús,
que se entrega por mí y que viene a mí en la Eucaristía.
Que tu Espíritu Santo
me haga su amigo y apóstol, disponible a su misión.
Pongo en tus manos
mis alegrías y esperanzas,
mis trabajos y sufrimientos,
todo lo que soy y tengo,
en comunión con mis hermanos y hermanas de esta red mundial de oración.

Propuestas para el mes
  • Conoce, difunde y participa en las iniciativas promovidas en tu propia comunidad o en tu diócesis, con ocasión de este mes misionero extraordinario.
  • Reza, individualmente o en comunidad, por los misioneros que anuncian el Evangelio a los pueblos que no lo conocen, pidiendo el don de que todos nos sintamos llamados a anunciar el Evangelio.
  • Promueve un momento de lectura y reflexión compartida de la Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium” con tu comunidad, para definir algunas acciones concretas de evangelización y dinamismo misionero para llevar adelante.
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martes, 15 de octubre de 2019

Vídeos Reflexión: 29º Domingo de Tiempo Ordinario - Ciclo C - "Parábola del juez y la viuda" - (Ed Verbo Divino - YouTube)

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Evangelio según San Lucas 18,1-8 - "Parábola del juez y la viuda"

29º Domingo
de Tiempo Ordinario - Ciclo C -
"Parábola del juez y la viuda"
20/10/19
Lc 18,1-8
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Reflexión
EL CLAMOR DE LOS QUE SUFREN
La parábola de la viuda y el juez sin escrúpulos es, como tantos otros, un relato abierto que puede suscitar en los oyentes diferentes resonancias. Según Lucas, es una llamada a orar sin desanimarse, pero es también una invitación a confiar en que Dios hará justicia a quienes le gritan día y noche. ¿Qué resonancia puede tener hoy en nosotros este relato dramático que nos recuerda a tantas víctimas abandonadas injustamente a su suerte?
En la tradición bíblica la viuda es símbolo por excelencia de la persona que vive sola y desamparada. Esta mujer no tiene marido ni hijos que la defiendan. No cuenta con apoyos ni recomendaciones. Solo tiene adversarios que abusan de ella, y un juez sin religión ni conciencia al que no le importa el sufrimiento de nadie.
Lo que pide la mujer no es un capricho. Solo reclama justicia. Esta es su protesta repetida con firmeza ante el juez: «Hazme justicia». Su petición es la de todos los oprimidos injustamente. Un grito que está en la línea de lo que decía Jesús a los suyos: «Buscad el reino de Dios y su justicia».
Es cierto que Dios tiene la última palabra y hará justicia a quienes le gritan día y noche. Esta es la esperanza que ha encendido en nosotros Cristo, resucitado por el Padre de una muerte injusta. Pero, mientras llega esa hora, el clamor de quienes viven gritando sin que nadie escuche su grito, no cesa.
Para una gran mayoría de la humanidad la vida es una interminable noche de espera. Las religiones predican salvación. El cristianismo proclama la victoria del Amor de Dios encarnado en Jesús crucificado. Mientras tanto, millones de seres humanos solo experimentan la dureza de sus hermanos y el silencio de Dios. Y, muchas veces, somos los mismos creyentes quienes ocultamos su rostro de Padre velándolo con nuestro egoísmo religioso.
¿Por qué nuestra comunicación con Dios no nos hace escuchar por fin el clamor de los que sufren injustamente y nos gritan de mil formas: «Hacednos justicia»? Si, al orar, nos encontramos de verdad con Dios, ¿cómo no somos capaces de escuchar con más fuerza las exigencias de justicia que llegan hasta su corazón de Padre?
La parábola nos interpela a todos los creyentes. ¿Seguiremos alimentando nuestras devociones privadas olvidando a quienes viven sufriendo? ¿Continuaremos orando a Dios para ponerlo al servicio de nuestros intereses, sin que nos importen mucho las injusticias que hay en el mundo? ¿Y si orar fuese precisamente olvidarnos de nosotros y buscar con Dios un mundo más justo para todos?
José Antonio Pagola
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