martes, 29 de diciembre de 2015

Evangelio según San Lucas 2, 16-21 - Solemnidad Santa María, Madre de Dios

Tiempo de Navidad
Santa María, Madre de Dios
1/1/15
Lc 2, 16-21

Los pastores fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre.
Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de que decían los pastores.
Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.
Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.
Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se el puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción.
Palabra del Señor   
Reflexión

Ciertamente esta debía ser una noticia que debía movernos al entusiasmo y a la prisa. Esto es lo que provocó en los pastores. Se trataba de un asunto que no podía esperar, que no podía ser postergado…Por eso fueron a toda prisa
¿Por qué será que más bien tendemos a tomarnos el tiempo del mundo, como si no fuera urgente? En muchas cosas, pero particularmente en lo que concierne a Dios somos   preferimos dejarlo para otro día, para otro momento. Sí, sabemos y reconocemos que es lo correcto, que es lo que corresponde, pero postergamos nuestra decisión y nuestra acción para otro momento. Y, lamentablemente ese momento nunca llega o llega demasiado tarde, cuando podíamos haber evitado tanto, si actuábamos oportunamente. El llamado del Señor es urgente. Requiere atención, decisión y acción inmediata, es por eso que fueron a toda prisa
Debemos vivir con intensidad, lo que quiere decir que nuestros días y nuestras horas deben estar llenos y completamente dedicados a aquello para lo que estamos aquí. No hay tiempo que perder. Cada segundo es un regalo de Dios, al que no sabemos si seguirá otro…¿o es que lo sabemos? Y si no lo sabemos, ¿por qué actuamos como si lo supiéramos? No nos damos cuenta que cada minuto y cada segundo que pasa es como el agua que discurre por un río, no volverá jamás. Entonces lo importante es estar enfocados y tener el coraje, decisión, voluntad y perseverancia para hacer cada segundo lo que debemos…Si, ya se que esto parece un poco exagerado y que quizás seamos muchos los que no llegamos a cumplirlo…Pero esa debe ser nuestra actitud, como la de los pastores que fueron a toda prisa.Actuamos como si tuviéramos todo el tiempo a nuestra disposición, como si no hubiera apuro o como si tuviéramos el control del tiempo. Sin embargo no sabemos ni el momento ni el lugar. Claramente esta es una invitación a actuar con la celeridad y la urgencia que el momento demanda. No, no es cuestión de angustiarnos o estresarnos, porque los cristianos debemos vivir en paz, alegres y llenos de esperanza. El estrés y la angustia no son propios del cristiano, que sabe que todas las cosas de Dios tienen su tiempo. Sin embargo podemos reconocer lo que requiere nuestra inmediata atención y ponemos los medios a nuestro alcance para hacer aquello que debemos.
¡Dejémonos guiar por el Espíritu! ¡Tengamos fe! El a cada nada nos va diciendo lo que debemos hacer. Al menos yo lo siento así. Siento esa voz que me dice lo que debo hacer en cada ocasión, cada día, desde que amanece…Pero constantemente la estoy acallando o postergando sus exigencias. La rutina y la costumbre pueden más y finalmente me veo envuelto en un sin número de actividades, pero aquella a la que me movió el Espíritu a primera hora o varias veces al día, la voy postergando y postergando hasta que llega el fin del día y me digo mañana lo haré…lo que muchas veces no ocurre. ¡Hagamos aquella buena obra que nuestro corazón nos dicta! ¡Hagámola HOY! No la dejemos para mañana, porque no sabemos si estaremos aquí. El Señor ha llegado y está aquí entre nosotros. No lo hagamos esperar. Hagamos como los pastores que fueron a toda prisa.
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