Jesús Nazareno Publicado el 08/11/2013
Los jefes del pueblo se burlan de Jesús crucificado. Finalmente han podido liberarse del hombre que los cuestionaba y les robaba la admiración y el respeto de la gente. Y le piden irónicamente que demuestre que es el Mesías salvándose a sí mismo, liberándose de su propia muerte. Uno de los criminales, que está crucificado a su lado, no se burla ni expresa revancha, pero sí reclamando desesperadamente una intervención, como una especie de ilusión que no brota de la fe ni de la confianza, sino de la angustia. Es el caso de los que no creen en nada y cuando les llega el agua al cuello, son capaces de acudir a lo que sea con tal de liberarse de la angustia. Pero hay otro crucificado a su lado, que no sólo reconoce la inocencia de Jesús, sino que reconoce la realeza de Jesús, lo acepta como Mesías y le pide humildemente: "Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino". Él no se considera digno de ser liberado de la muerte, y reconoce sus culpas (v. 41), pero confía en Jesús porque percibe en él no solamente la bondad y la misericordia, sino también el poder para rescatarlo después de la muerte. Y Jesús responde diciéndole que no falta mucho para ese rescate: "Hoy estarás conmigo en el paraíso" (v. 43). Es importante advertir que la promesa de Jesús no es sólo la de regalarle una felicidad celestial, sino la de "estar con él" (Flp 1, 23). Porque, entre Jesús y el criminal, en medio del dolor y la angustia, ha nacido un encuentro de amor llamado a perpetuarse por toda la eternidad. Cuando él pide a Jesús "acuérdate de mí", ya antes ha sido tocado por el amor del Señor. Por eso "estar con él" es la promesa más hermosa que puede escuchar el criminal perdonado. Y en el peor momento de su vida recibe lo que más necesita, lo que siempre ha necesitado y no hubo encontrado jamás en su vida desorientada y pecadora: alguien que aceptara estar a su lado con amor. Categoría Educación Licencia Licencia estándar de YouTube
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