Vigilia de la Natividad del Señor
24/12/13
Lc. 2,1-14
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo.
Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria.
Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.
De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: "No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo:
Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.
Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre".
Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él".
Palabra del Señor
Reflexión
EL NACIMIENTO DE JESÚS Y LOS CAMBIOS DEL MUNDO
El nacimiento de Jesús en el pesebre de Belén no cambiará nuestra situación actual, la esperanza que nos trae no es de este orden. Jesús renuncia a ser el mago que va a simplificarnos todo como si fuésemos incapaces de organizarnos nosotros mismos para vivir convenientemente en este mundo.
Lo que leemos en el nacimiento de Jesús en el seno de la noche de Belén es más simple, más profundo y también más sutil. Jesús nace en este mundo de ignominias, de ignominias, de odios y rivalidades, violencias y sufrimientos. No vendrá en son de lucha como un reformador con un programa político; nos mostrará cómo el hombre es capaz de amar a través de todo eso, e, incluso. A causa de ello: nos señala que cada cual en su generación histórica debe ponerse a contemplar ante su pesebre y leer de nuevo el mensaje personal que le ha dirigido el niño Jesús. De esta forma, penetramos en el núcleo del mensaje de esta noche. Cada cual con sus sufrimientos y sus debilidades, con sus fracasos y sus éxitos, es capaz de amar y ser amado. Esto quiere decir que el amor es más fuerte que toda violencia, que es siempre libre en toda circunstancia, de explayarse y de triunfar contra todos los obstáculos.
Si un hijo se nos ha dado, que su propia presencia hace brotar en el fondo de cada uno un nuevo impulso inmunizad por ser a la vez de antemano “Padre perpetuo” y “Dios guerrero”, este signo cierto, nos lo da el evangelio: “Hoy os ha nacido un Salvador en la ciudad de David. El Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal; encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”
He aquí de repente, el mensaje de este niño acostado en un pesebre viene a ser externamente el evocador del amor nuevo, frágil y triunfante que entreveíamos un poco antes. Fuente: http://www.sedipafmorelia.org/
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