jueves, 20 de marzo de 2014

Evangelio según San Juan 4,5-42

IIIº Domingo 
de Tiempo de Cuaresma - Ciclo A -
23/3/14
Jn 4,5-42
Jesús llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José. 
Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía. 
Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: "Dame de beber". 
Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos. 
La samaritana le respondió: "¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?". Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos. 
Jesús le respondió: "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva". 
"Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva? 
¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?". 
Jesús le respondió: "El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna". 
"Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla". 
Jesús le respondió: "Ve, llama a tu marido y vuelve aquí". 
La mujer respondió: "No tengo marido". Jesús continuó: "Tienes razón al decir que no tienes marido, porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad". 
La mujer le dijo: "Señor, veo que eres un profeta. 
Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar". 
Jesús le respondió: "Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre. 
Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. 
Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre. 
Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad". 
La mujer le dijo: "Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga, nos anunciará todo". 
Jesús le respondió: "Soy yo, el que habla contigo". 
En ese momento llegaron sus discípulos y quedaron sorprendidos al verlo hablar con una mujer. Sin embargo, ninguno le preguntó: "¿Qué quieres de ella?" o "¿Por qué hablas con ella?". 
La mujer, dejando allí su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: 
"Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que hice. ¿No será el Mesías?". 
Salieron entonces de al ciudad y fueron a su encuentro. 
Mientras tanto, los discípulos le insistían a Jesús, diciendo: "Come, Maestro". 
Pero él les dijo: "Yo tengo para comer un alimento que ustedes no conocen". 
Los discípulos se preguntaban entre sí: "¿Alguien le habrá traído de comer?". 
Jesús les respondió: "Mi comida es hacer la voluntad de aquel que me envió y llevar a cabo su obra. 
Ustedes dicen que aún faltan cuatro meses para la cosecha. Pero yo les digo: Levanten los ojos y miren los campos: ya están madurando para la siega. 
Ya el segador recibe su salario y recoge el grano para la Vida eterna; así el que siembra y el que cosecha comparten una misma alegría. 
Porque en esto se cumple el proverbio: "Uno siembra y otro cosecha". 
Y o los envié a cosechar adonde ustedes no han trabajado; otros han trabajado, y ustedes recogen el fruto de sus esfuerzos". 
Muchos samaritanos de esta ciudad habían creído en él por la palabra de la mujer, que atestiguaba: "Me ha dicho todo lo que hice". 
Por eso, cuando los samaritanos se acercaron a Jesús, le rogaban que se quedara con ellos, y él permaneció allí dos días. 
Muchos más creyeron en él, a causa de su palabra. 
Y decían a la mujer: "Ya no creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo". 
Palabra del Señor
Reflexión
El texto describe el diálogo entre Jesús y la Samaritana. Diálogo muy humano, que demuestra cómo Jesús se relacionaba con las personas y cómo Él mismo aprendía y se enriquecía hablando con otros.
ALGUNAS PREGUNTAS
a) ¿Qué nos ha llamado más la atención en la conducta tenida por Jesús durante el diálogo con la Samaritana? ¿Qué pedagogía ha usado para ayudar a la Samaritana a percibir una dimensión más profunda de la vida?
b) ¿Qué nos llama más la atención en la conducta de la Samaritana durante el diálogo con Jesús? ¿Qué influencia ha tenido ella en Jesús?
c) En el Antiguo Testamento ¿dónde está asociada el agua al don de la vida y al don del Espíritu Santo?
d) ¿En qué puntos la conducta de Jesús, me interroga, interpela, provoca o critica?
e) La Samaritana ha llevado el tema de la conversación hacia la religión. Si tú pudieras hablar con Jesús y hablar con Él, ¿qué temas quisieras tratar con Él? ¿Por qué?
f) ¿Será verdad que adoro a Dios en espíritu y verdad o me apoyo y oriento más sobre ritos y prescripciones?
a) El simbolismo del agua:
* Jesús usa la palabra agua, en dos sentidos: en sentido material, normal del agua que quita la sed y en sentido simbólico del agua como fuente de vida y don del Espíritu. Verdaderamente Jesús usa un lenguaje que las personas entienden y que, al mismo tiempo, despierta en ellos la voluntad de profundizar y de descubrir un sentido más profundo de la vida.
* El uso simbólico del agua tiene su raíz en la tradición del Antiguo Testamento, donde es frecuente la mística del agua como símbolo de la acción del Espíritu de Dios en las personas. Jeremías, por ejemplo, opone el agua viva del manantial al agua de la cisterna (Jr 2,13). Cisterna cuanto más agua sacas, menos agua habrás. Manantial, cuanto más agua sacas, más agua tendrás... Jesús conoce las tradiciones de su pueblo y sobre ellas se apoya en la conversación con la Samaritana. Sugiriendo el sentido simbólico del agua, evoca en ella ... todo un conjunto de episodios y frases del Antiguo Testamento.
b) El diálogo entre Jesús y la Samaritana:
* Jesús encuentra a la Samaritana cerca del pozo, lugar tradicional para los encuentros y las conversaciones (Gén 24,10-27; 29,1-14). Él parte de la necesidad muy concreta de su propia sed y obra de modo que la mujer se sienta necesaria y servidora. Jesús se hace el necesitado de ella. Por la pregunta, hace de modo que la Samaritana pueda descubrir que Él depende de ella para resolver el problema de su sed. Jesús despierta en ella el gusto de ayudar y servir.
* El diálogo de Jesús y la Samaritana tiene dos niveles.
(i) El nivel superficial, en el sentido material del agua que quita la sed a las personas y del sentido normal de marido como padre de familia. A este nivel, la conversación es tensa y difícil y no tiene continuidad. Quien tiene ventaja es la Samaritana. Al principio, Jesús ha intentado un encuentro con ella a través de la puerta del trabajo cotidiano (sacar agua), pero no lo ha logrado. Después, ha intentado la puerta de la familia (llamar al marido), y tampoco ha tenido resultado. Finalmente, la Samaritana ha tomado el tema de la religión (lugar de la adoración). Jesús ha logrado entrar por la puerta que ella ha abierto.
(ii) El nivel profundo, en el sentido simbólico del agua como imagen de la vida nueva traída por Jesús y del marido como símbolo de la unión de Dios con su pueblo. A este nivel, la conversación tiene una continuidad perfecta. Después de haber revelado que Él mismo, Jesús, ofrece el agua de la nueva vida, dice: "Ve, llama a tu marido y luego regresa acá". En el pasado, los samaritanos tuvieron cinco maridos, ídolos, ligados a cinco pueblos que fueron llevados a aquel lugar por el rey de Asiria (2Re 17,30-31). El sexto marido, el que tenía ahora, no era el verdadero: "¡el que tienes ahora no es tu marido!" (Jn 4,18). No realizaba el deseo más profundo del pueblo: la unión con Dios, como marido que se une a su esposa (Is 62,5; 54,5). El verdadero marido, el séptimo, es Jesús, como fue prometido por Oseas: "Y te haré mi esposa para siempre; y te desposaré conmigo en justicia, en juicio, en piedad y misericordia. Y te haré mi esposa fiel, y ¡reconocerás que soy el Señor!" (Os 2,21-22). Jesús es el esposo que llega (Mc 2,19) para llevar la vida nueva a la mujer que lo ha buscado toda la vida y, hasta ahora, no lo había encontrado. Si el pueblo acepta a Jesús como "esposo", tendrá acceso a Dios en cualquier parte que esté, tanto en espíritu como en verdad (vv.23-24).
* Jesús declaró su sed a la Samaritana, pero no tomó el agua. Señal de que su sed era simbólica y tenía relación con su misión, la sed de realizar la voluntad del Padre (Jn 4,34). Esta sed está todavía presente en Él, y lo estará por toda la vida, hasta la muerte. Dice Él en la hora de la muerte: "Tengo sed" (Jn 19,28). Declara que tiene sed por última vez y así puede decir: "¡Todo se ha cumplido!" Después inclinando la cabeza entregó el espíritu (Jn 19,30). Realizó su misión.                                                   Fuente: http://lectiodivinacamo.blogspot.com.ar/

No hay comentarios:

Publicar un comentario