La vida humana no es
descartable
Ante el
tratamiento en la Cámara de Diputados de un proyecto de ley sobre “técnicas de
reproducción humana asistida” (art. 1), la Comisión Ejecutiva siente el deber
de dar a conocer su opinión y llamar a la reflexión sobre los valores
subyacentes en este debate. Comprendemos los problemas que rodean a las
situaciones de infertilidad y esterilidad y queremos expresar nuestra cercanía
a quienes están sufriendo por ello. Alentamos la búsqueda de soluciones que
procuren remediar sus causas y un acompañamiento interdisciplinario de las
personas con tal padecimiento. Sin embargo, como hemos dicho en otras
oportunidades, no todo lo técnicamente posible es éticamente aceptable.
El
proyecto mencionado, aunque declama buscar "la protección del embrión no
implantado" (art. 1), propone la legalización del "descarte" de
embriones (arts. 12, 19 y 20), la discriminación entre embriones (art. 14), la
destrucción obligatoria y utilización de embriones para investigación (arts. 12
y 14), entre otras manipulaciones a la vida concebida. También genera problemas
jurídicos en los que se puede ver afectado el derecho a la identidad de los
niños concebidos por estas técnicas.
En tal
sentido, el Estado no se puede retirar de su función de proteger la vida. Tampoco
puede ceder un campo tan crucial como el de la procreación humana a intereses
biotecnológicos que terminan convirtiendo al ser humano en un objeto. El
abordaje de este tema debe ser integral, incluyendo una prioritaria promoción
del instituto de la adopción. Ante la sacralidad de cada vida humana, que es
única e irrepetible, estamos llamados a actuar con la máxima justicia y respeto
por la dignidad de la persona.
En su
exhortación "Evangelii Gaudium" el Papa Francisco llama la atención
sobre la "cultura del descarte" que se verifica en distintos órdenes
de la vida social y que "considera al ser humano en sí mismo como un bien
de consumo, que se puede usar y luego tirar" (EG 53).
El
sentido de esta reflexión es buscar lo mejor para nuestra Patria y el bien de
todas las personas. Ponemos esta declaración a los pies de nuestra Madre de
Luján, para que nos ayude a cuidar la vida humana.
Comisión Ejecutiva
Conferencia Episcopal Argentina
22 de octubre de 2014
Memoria de San Juan Pablo II
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