viernes, 1 de enero de 2016

Evangelio según San Juan 1, 1-18 - La Palabra de Dios se hizo hombre -

2º Domingo
Tiempo de Navidad
La Palabra de Dios se hizo hombre
3/1/16
Jn 1, 1-18

Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. 
Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: «Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo».
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.
Palabra del Señor   
Reflexión
LA SABIDURÍA Y LA PALABRA
“La sabiduría hace su propio elogio, se gloría en medio de su pueblo”. Así comienza un hermoso poema que se encuentra en el libro del Eclesiástico, con referencia a la sabiduria de Dios (Eclo 24,1).
El texto continúa proclamando que la sabiduría ha brotado de la boca del Altísimo, actúa en sintonía con su voluntad y pone su morada entre los hijos de los hombres.
Evidentemente, esa sabiduría de origen divino, que preside la obra de la creación, no puede asimilarse a la simple erudición humana. Es la fuente viva. La fuente de la vida, que renueva todas las cosas de este mundo.
La sabiduría divina trasciende todos los planes humanos. Y no se limita a ofrecer a los hombres este o aquel saber. Más que el arte del saber, es el don del sabor.

LA VIDA Y LA LUZ
El evangelio que hoy se proclama ha sido leído también en la tercera misa de la fiesta de la Navidad, así como el día 31 de diciembre. Esa reiteración subraya la importancia de este texto con el que comienza el Evangelio de Juan (Jn 1, 1-18). Son ideas como dardos.
• “Al principio ya existía la Palabra”. Antes de los mundos y de nuestras historias, más o menos importantes, ya existia la Palabra de Dios, el proyecto de Dios, que, en realidad, coincide con su amor y su misericordia.
• “En la Palabra estaba la vida”. No son nuestras palabras las que generan la vida. No son ellas las que dan sentido a la vida. Nuestras palabras sólo tienen valía cuando son un reflejo de la Palabra eterna de Dios.
• “La vida era la luz de los hombres”. Es sorprendente esa identificación: palabra –vida- luz. Sin la Palabra de Dios, nuestra vida es mortecina y nuestro caminar es un deambular a tientas en medio de las tinieblas.

LA CARNE Y LA GLORIA
Con todo, el poema con que se abre el evangelio de Juan no nos remite solamente a la eternidad divina. En él se da cuenta del valor de la temporalidad humana.
• “La Palabra se hizo carne”. Siempre ha habido gentes y movimientos que han tratado de ignorar el valor del cuerpo y de la peripecia humana. Pero la Palabra de Dios no es un sonido vacío. Se ha hecho carne en Jesús de Nazaret.
• “La Palabra habitó entre nosotros”. Puso su tienda de campaña entre nosotros. Caminó por nuestras sendas. No sólo se dejó oir, sino que se dejó ver y tocar. Por eso puede ser aceptada o rechazada. Por eso puede guiar nuestros pasos.
• “Hemos visto su gloria”. En la Palabra que se ha hecho carne hemos descubieto la gloria de Dios y la humanidad de Dios. Pero en ella hemos podido descubrir también la gloria del hombre y la divinización del hombre por obra y gracia de la misericordia de Dios.
- Señor Jesús, sabemos que estás lleno de gracia y de verdad. No permitas que te ignoremos. Permítenos recibirte. Nuestra hospitalidad tendrá como premio tu presencia misericordiosa en nuestra vida. 

José-Román Flecha Andrés

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