miércoles, 13 de septiembre de 2017

Evangelio según San Mateo 18,21-35 - "La parábola del servidor despiadado"

24º Domingo
Tiempo Ordinario - Ciclo A
"La parábola del servidor despiadado"
17/09/17
Mt 18,21-35

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Se acercó Pedro y le dijo a Jesús: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?».Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores.
Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos.
Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda.
El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo".
El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: "Págame lo que me debes".
El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: "Dame un plazo y te pagaré la deuda".
Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor.
Este lo mandó llamar y le dijo: "¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda.
¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?".
E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.
Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos».
Palabra del Señor   
Reflexión

EL PERDÓN
“Perdona la ofensa a tu prójimo, y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas. ¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salud al Señor? No tiene compasión de su semejante y pide perdón de sus pecados?” (Si 28,2-4). Con estas reflexiones, el libro del Eclesiástico sugiere una reflexión sobre la coherencia.
De hecho, subraya la unión que existe entre el perdón que el hombre espera obtener de Dios y el que él está dispuesto a conceder a sus semejantes. La misericordia es sobre todo un atributo de Dios. Él la concede abundantemente. Pero exige que el hombre la refleje y la continúe en sus relaciones con los demás.
El salmo responsorial se hace eco de esa afirmación al confesar: “El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia” (Sal 102). Según san Pablo, esa misericordia de Dios se manifiesta sobre todo en Jesús, que murió por nosotros y resucitó para nuestra salvación (cf. Rom 14,9). 

LA ESPIRAL DE LA VIOLENCIA
En la boca de Lamec, descendiente de Caín, se colocaba el canto de la venganza salvaje: “Caín será vengado siete veces, y Lamec setenta y siete” (Gén 4,24). Pues bien, Simón Pedro pregunta a Jesús: “Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?” Y Jesús le contesta: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mt 18, 21-22).
Bien sabemos que el siete es un número de calidad, más que de cantidad. La tendencia humana es la de continuar la venganza hasta lo insospechable. La propuesta de Jesús es la de romper la espiral de la violencia mediante el ofrecimiento generoso del perdón.
El perdón de las ofensas es ciertamente difícil. Pero la misericordia humana es posible porque brota de la fuente de la misericordia divina. Mediante la parábola de los deudores, Jesús afirma que el creyente ha de tener compasión, puesto que Dios ha tenido compasión con él (Mt 18, 23-35).

EL AJUSTE DE CUENTAS
En la parábola del rey que quiso ajustar cuentas con sus criados hay una invocación que se repite dos veces.
• “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”. Así suplica el deudor que debe al rey la fabulosa cantidad de diez mil talentos. Los hombres nos engañamos al pensar que podremos pagar toda nuestra deuda a Dios. Pero él tiene compasión hasta de ese autoengaño.
• “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”. Así ruega el deudor que debe a su compañero la cifra de cien denarios. Nosotros nos creemos más agraviados que él, y por cosas que no tienen importancia. Nuestro mayor pecado es no pasar a los demás el perdón que nos ha sido concedido.
- Padre de piedad y de misericordia, confesamos que en el ajuste de cuentas hemos salido beneficiados por tu gracia. Apiádate de nosotros, perdona nuestras culpas y ayúdanos a ser humildes transmisores de tu compasión y tu perdón. Por Jesucristo nuestro Señor.
José-Román Flecha Andrés
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