El domingo de Ramos se proclama la pasión de Jesús según el evangelista Lucas. Seguramente los días de Semana Santa tenemos la posibilidad de encontrar varios momentos para reflexionar y meditar con detenimiento este hermoso relato.
Da gracias a Jesús por entregarse por ti, por nosotros; porque continúa sentándose a tu lado y diciéndote: "toma", "tomadme"; porque sigue dándose en todo lo que es y todo lo que tiene.
Una vez que Jesús se te ha entregado, lo que pide que hagas en memoria suya es, precisamente, lo esencial de la eucaristía: ofrecer la propia vida al Padre, entregarte a los demás, "desvivirte" por ellos, romper algo de ti para que nazca la vida… Y todo por amor.
Pilato se lava las manos. A lo largo de los siglos la negación de la verdad ha generado sufrimiento y muerte. Son los inocentes quienes pagan el silencio hipócrita de muchos hombres y mujeres. No podemos tranquilizar la conciencia diciendo que la realidad nos queda lejos, ni dando de lo que nos sobra. Hay un pecado estructural del que todos somos responsables. Hoy queremos pedir perdón por la condena de tantos inocentes y comprometernos en construir una sociedad y un mundo más humano en el que nadie más vuelva a ser entregado a la muerte.
Después de leer atentamente el relato de la pasión y muerte de Jesús, ¿Qué palabras, imágenes… han quedado “repicando” en mí? ¿A qué me invitan?
(Ed. Verbo Divino)
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