de Tiempo Ordinario - Ciclo A
15/06/14
Jn 6, 51-58
15/06/14
Jn 6, 51-58
Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente".
Palabra del Señor
Reflexión
“Del maná de Moisés al pan de Jesús”
En el libro del Deuteronomio se ponen en boca de Moisés algunos discursos en los que recuerda al pueblo de Israel la asistencia que Dios le prestó en el desierto: “Él te afligió haciéndote pasar hambre y después te alimentó con el maná -que tú no conocías ni conocieron tus padres- para enseñarte que no solo de pan vive el hombre, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios” (Dt 8,3).
El maná quedaría en el recuerdo de Israel como el signo de la protección que Dios le había dispensado a lo largo de su camino por el desierto. Sin él no hubiera sido posible sobrevivir en la estepa.
Recordar el maná que Dios les había dado era para los hebreos recordar al Dios que les había dado el maná. Ese recuerdo exigía de ellos una sincera gratitud. En el relato de las tentaciones, Jesús cita esa frase para indicar que escuchar la palabra de Dios es el único modo de vivir en la verdad y en la fidelidad al Señor.
“Del maná de Moisés al pan de Jesús”
En el libro del Deuteronomio se ponen en boca de Moisés algunos discursos en los que recuerda al pueblo de Israel la asistencia que Dios le prestó en el desierto: “Él te afligió haciéndote pasar hambre y después te alimentó con el maná -que tú no conocías ni conocieron tus padres- para enseñarte que no solo de pan vive el hombre, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios” (Dt 8,3).
El maná quedaría en el recuerdo de Israel como el signo de la protección que Dios le había dispensado a lo largo de su camino por el desierto. Sin él no hubiera sido posible sobrevivir en la estepa.
Recordar el maná que Dios les había dado era para los hebreos recordar al Dios que les había dado el maná. Ese recuerdo exigía de ellos una sincera gratitud. En el relato de las tentaciones, Jesús cita esa frase para indicar que escuchar la palabra de Dios es el único modo de vivir en la verdad y en la fidelidad al Señor.
SACRAMENTO DE LA VIDA
Después de la multiplicación de los panes y los peces, las gentes siguen a Jesús. En realidad tienen hambre de pan y hambre de orientación para la vida. De sobra sabe él que muchos lo siguen por el interés. Pero en el largo discurso que pronuncia en la sinagoga de Cafarnaún, Jesús explica el sentido último del pan que él ofrece a las gentes.
La multiplicación de los panes revela lo que el Maestro es y la misión que le ha sido confiada. En el texto que hoy se proclama (Jn 6,51-58), Jesús recuerda el maná del desierto: “Este es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron. El que come este pan vivirá para siempre”.
Vivir y vivir con dignidad es una aspiración universal. Vivir para siempre parece una utopía. O un milagro, inalcanzable por las solas fuerzas humanas. Pero Jesús proclama que el pan de su vida y el pan de su palabra anuncian y realizan ese milagro de la vida sin término.
La fe cristiana sabe que anunciar y realizar son las dos notas de todo sacramento. Así que el pan de Cristo es en verdad el sacramento de la vida.
VIÁTICO PARA EL CAMINO
En esta fiesta, en que veneramos el Cuerpo y la Sangre de Cristo, meditamos y agradecemos el don de su cuerpo y de su sangre.
• ˝Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”. Jesús se identificará con la puerta del redil y con la vid a la que se unen los sarmientos. Ahora se identifica con el pan. Estas imágenes nos dicen que él es necesario para nuestra salvación. Él viene de Dios.
• “El que coma de este pan vivirá para siempre”. Dios es la fuente de la vida. Y Jesús viene de Dios. Es Dios. Así que alimentarse de Jesucristo, de su palabra y de su vida, es el camino para poder vivir una vida sin término.
• “El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”. El pan de la palabra y el pan de la eucaristía constituyen el sustento necesario para conservar la vida de la fe, de la esperanza y del amor. He ahí el camino para un mundo nuevo.
- Señor Jesús, en el don de tu pan, de tu palabra y de tu vida nos libras del hambre, del cansancio y de la muerte. Que tu cuerpo y tu sangre sean siempre viático para nuestro camino. Amén. Fuente: José-Román Flecha
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