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Fuente: http://eticafilosoficaises.blogspot.com.ar/2012/03/problema-etico-la-eugenesia.html
El problema de la eugenesia, ha traído consigo gran divergencia en distintos ámbitos sociales, políticos, eclesiales, científicos e incluso personales sobre la aplicación o no de dicha problemática...
Qué es la Eugenesia
La palabra Eugenesia, proviene del “gr. εὖ, bien, y –génesis”.[1] La etimología del término eugenesia hace referencia al “buen nacimiento”. Se trata de la disciplina que busca aplicar las leyes biológicas de la herencia para perfeccionar la especie humana. La eugenesia supone una intervención en los rasgos hereditarios para ayudar al nacimiento de personas más sanas y con mayor inteligencia...
Historia de la Eugenesia
En la formación o creación de las nuevas sociedades nacionales, en la segunda mitad del siglo XIX se comienza a ocupar la concepción de eugenesia donde, la mejor definición de esa época es la de un médico brasileiro en 1912, en una conferencia sobre la eugenesia que se había realizado en Londres, en donde definía eugenesia como: “ciencia que estudia los medios para perfeccionar la raza humana, a través de la mejora del vigor y la salud de la prole”.[2]
A través de ello, la eugenesia supo gozar de prestigio social y fue apoyada por personalidades como Winston Churchill y Alexander Graham Bell. Sin embargo, a partir de su vinculación con las políticas raciales impulsadas por el régimen nazi en Alemania, esta disciplina comenzó a ser condenada. Debido a que los nazis incluyeron en su retórica el concepto de “vida indigna de ser vivida” para impulsar la eugenesia en los grupos sociales que consideraban “desviados” (discapacitados físicos y mentales, homosexuales) y “conflictivos” (judíos, gitanos, comunistas). El argumento llevó a que los científicos alemanes realizaran experimentos genéticos con los seres humanos.[3]
Así, pues, por eugenesia se entiende cualquier procedimiento destinado al control genético-hereditario de una especie. El eugenismo es la corriente ideológica que propugna la eugenesia para mejorar la especie humana. En el caso de la especie humana la eugenesia trata de controlar tanto las características humanas físicas como las mentales, en la medida en que al ser hereditarias puede tenerse un control sobre ellas. En la eugenesia tradicional se distinguía entre “eugenesia negativa”, consistente en impedir la reproducción de individuos con características indeseables, y la “positiva”, consistente en estimular la reproducción entre aquellos que tienen características consideradas positivas. Ya desde antiguo se hallan ideas y medidas de tipo eugenésico, tanto de signo negativo (como la eliminación de los niños débiles en Esparta), como positivo (el emparejamiento de individuos bien dotados que se recomienda en la República de Platón). Pero fue, sobre todo, por influencia de la teoría darwinista de la evolución que surgió el movimiento eugenésico moderno, muy influenciado por el darwinismo social. “Aunque hay un cierto precedente en Condorcet, fue Francis Galton (La herencia del genio, 1869) quién acuñó el término y puede considerarse como el iniciador de esta tendencia. Realizó investigaciones sobre la herencia de la inteligencia humana y llevó a cabo una campaña en favor de una reproducción eugenésica. A comienzos del siglo XX aparecieron varios movimientos eugenistas y se crearon centros de estudios eugenésicos en Gran Bretaña, Estados Unidos, Alemania, y otros países, que condujeron a la promulgación de leyes eugenésicas: esterilización de ciertos enfermos, supresión de matrimonios entre razas distintas, control de la inmigración, control de matrimonios”.[4]...
Cómo se relaciona con la bioética
Tal parece que cuando hablamos de eugenesia, viene a la mente dos posturas por las cuales la sociedad se orienta, ya sea a favor (podemos señalar a la ciencia o aquellos médicos que velan únicamente su campo o que no valoran a la persona desde el ser) o en contra (podemos hacer mención aquí a aquellos que valoran la persona humana desde el valor ontológico, e incluso la misma Iglesia).
Los defensores de la eugenesia aseguran que esta práctica alivia el sufrimiento (al evitar que nazcan personas con malformaciones o graves enfermedades, por ejemplo) y permite que la sociedad ahorre recursos. Sus detractores, en cambio, consideran que la eugenesia es contraria a la ética y creen que la manipulación de estas leyes biológicas es inmoral.
Sin embargo, el problema fundamental de la eugenesia, va mucho más allá, debido a que trae consigo una seria de características inmorales, a saber: la selección artificial, el diagnóstico prenatal, la ingeniería genética y el control de natalidad. Así como también, la justificación para practicar la discriminación, obligar la esterilización de grupos sociales y hasta exterminar a las razas o etnias consideradas como inferiores.
Ahora bien, el eugenismo en el que se confunde el deseo del hijo con el derecho al hijo sano, trae consigo la titánica ilusión de poder eliminar todo dolor y sufrimiento del hombre, es decir, un eugenismo que intenta hacer que parezca normal, habitual, y se de casi por descontada toda problemática de salud que pueda presentar la persona humana al momento de nacer.
La eugenesia que busca suprimir los defectos genéticos, que impide la transmisión de defectos genéticos y continuar con la reproducción de seres humanos inferiores (eugenesia negativa), o que trata de reproducir caracteres deseables y producir gente de alta calidad (eugenesia positiva), tiene un problema de fondo, ¿cuál es el problema? Podemos afirmar que es su comprensión del valor de la vida humana, ya que desde el momento en el que se intenta contrarrestar los límites de lo humano y se promueve una utopía sanitaria del ser humano, se quita toda libertad en el hombre, así como la perdida total del constitutivo ontológico de toda persona humano y más aún, podemos decir que se cae en un mero materialismo o cosificación de la persona.
En otras palabras, con la selección genética pre-implantación el inicio de la vida, ésta se transforma, perdiendo consigo todo valor ontológico, antropológico y ético de la persona.
Cabe señalar que con el método eugenésico, la vida humana en estadio embrional viene a ser vista como un mero producto que puede ser manipulado y objetivado, trayendo consigo la consecuencia de la perdida de la dignidad de la persona, ya que el ser en potencia se presta para hundirse en el reino de las cosas que se pueden elegir y manipular. A pesar de ello, tal parece que las causas continuamente adoptadas por la eugenesia parecen nobles, ya que con ello se impide la propagación de enfermedades como la fibrosis quística, tratar la talasemia, salvar millones de vidas utilizando los embriones “descartados” para la investigación del Alzheimer o del Parkinson, etc. Sin embargo, me parece válida e imprescindible preguntarse la siguiente cuestión hecha por la doctora Navarini[5]: “¿El sacrificio de minúsculas vidas humanas inocentes, llamadas forzadamente a la existencia para después ser no menos forzadamente eliminadas podrá ser jamás el justo precio que hay que pagar para obtener tales beneficios?”.[6]
Así, pues, la problemática de la concepción humana en el ámbito eugenésico, rebasa el sentido ético, antropológico y ontológico, debido a que la selección de los embriones parece la mejor decisión ante la presencia de un ser con distintas capacidades o con problemas físicos. No obstante, la decisión positiva que propone la eugenesia, es una deformación de lo que realmente es la vida humana, ya que al momento de estar a favor y llevar a cabo el método de la eugenesia, es porque no existe una justa y coherente concepción de la dignidad humana. Por tanto, decir hoy que el embrión no es uno de nosotros (y mucho menos el pre-embrión, o el pre-zigoto) equivale a deshacerse -en nombre del progreso científico-, del desarrollo embrional, ya que en esta etapa el feto como ser en potencia aun no está constituido y realizado completamente, es decir, no es una vida humana.
Por tanto, hemos de super los límites de la ciencia y enfocar nuestra postura a un campo filosófico, ontológico, antropológico y ético, ya que desde esta postura podremos responder a la cuestión de si una vida humana puede ser distinta de la vida personal.
Así también, hemos de comprender que lo que distingue el feto en cuanto ser de cualquier otro ser, es su dignidad propia, ya que el ser es, es decir, es algo que subsiste por debajo de todos los aspectos observables del hombre y que tiene que ver con la unión indisoluble de elemento material (cuerpo) y elemento espiritual (alma). Asimismo, el hombre no únicamente es cuerpo, sino también corporeidad, no es únicamente persona sino también personalidad, no únicamente tiene obligaciones –en el sentido ético y moral- sino también tiene derechos; y su principal derecho, es el derecho a vivir. Por lo tanto, tal y como señala la doctora Navarini: “tal vez empíricamente poco intuitiva, pero lógicamente indisputable y filosóficamente necesaria, es que el zigoto y el embrión tienen los mismos derechos que los demás hombres, así que no pueden ser seleccionados y matados por ningún objetivo, justa causa, afecciones hereditarias o defectos genéticos”.[7]
Desde el punto de vista religioso también ha habido aportes y análisis referidos a la eugenesia. Quizás el más conocido es la opinión del Papa Juan Pablo el cual considera, que hay que reconocer la calidad esencial que caracteriza a toda criatura humana por el hecho de ser creada a imagen y semejanza del mismo Creador. Este nivel de dignidad y calidad pertenece al orden ontológico y forma parte constitutiva del ser humano, permanece en todo momento de la vida desde el primer instante de su concepción hasta la muerte natural, y se actúa en plenitud en la dimensión de la vida eterna. Por tanto, hay que reconocer y respetar al hombre en toda condición de salud, de enfermedad o de discapacidad. A partir del reconocimiento de la vida y de la dignidad peculiar de toda persona, la sociedad debe promover, en colaboración con la familia y los demás organismos intermedios, las condiciones concretas para desarrollar armoniosamente la personalidad de cada uno, según sus capacidades naturales. Todas las dimensiones de la persona –la dimensión corporal, la psicológica, la espiritual y la moral – deben promoverse de manera armoniosa. Esto supone la presencia de condiciones sociales y ambientales capaces de favorecer un desarrollo armonioso. El contexto socio-ambiental, por tanto, caracteriza este segundo nivel de calidad de la vida humana, que debe ser reconocido a todos los hombres, incluso a quienes viven en los países en vía de desarrollo.[8]
Asimismo, la Iglesia a través del Catecismo de la Iglesia Católica precisa que “el cuerpo del hombre es precisamente cuerpo humano porque está animado por el alma espiritual”.[9] Por ello, si la ciencia, ha verificado que el zigoto y el embrión son cuerpos humanos, y el cuerpo humano es tal porque está animado por un espíritu de naturaleza racional, el zigoto y el embrión son igual que nosotros, es decir, es una persona.
Por tanto, me parece que todo aquello que la ciencia ha venido haciendo con la eugenesia con el fin de modificar embriones genéticamente es degradar a la persona humana, ya que la persona vale mucho más de lo que representa para unos cuantos. Y para no caer en la cosificación de éste, siempre hay que velar y partir de lo ontológico, antropológico y ético, rescatando la dignidad del ser tal y como se señala aquí:
[…]“las investigaciones o experimentos en el ser humano no pueden legitimar actos que en sí mismos, son contrarios a la dignidad de las personas y a la ley moral. El eventual consentimiento de los sujetos no justifica tales actos. La experimentación en el ser humano no es moralmente legítima si hace correr riegos desproporcionados o evitables a la vida o a la integridad física o psíquica del sujeto. La experimentación en seres humanos no es conforme a la dignidad de la persona si, por añadidura, se hace sin el consciente del sujeto o de quienes tienen derechos sobre él” […].[10]
Fuentes consultadas:
· Andrew C. Varga, Bioética, principales problemas, Colombia-México, Paulinas, 1988, 356pp.
· Constitución Apostólica Fidei Depositum, Catecismo de la Iglesia Católica, Buenos Aires, Lumen, 1992, 738pp.
· Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu, Diccionario de filosofía, Barcelona, Herder, 1996. Versión digital.
· Diccionario de la lengua española RAE, en http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=eugenesia, el 12 de marzo de 2012. Vigésima segunda edición.
· Samuel H. Mujica Muñoz, en http://historiasmm.blogspot.com/2009/07/secularizacion-y-eugenesia-en-el-siglo.html, el 12 de marzo de 2012.
· http://definicion.de/eugenesia/, el 12 de marzo de 2012.
· En: http://www.corazones.org/diccionario/eugenesia.htm, el 14 de marzo de 2012.
· Alejandra Massone, en http://www.korion.com.ar/archivos/eugensia.pdf, el 14 de marzo de 2012.
[1] Diccionario de la lengua española RAE, en http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=eugenesia, el 12 de marzo de 2012. Vigésima segunda edición.
[2] Samuel H. Mujica Muñoz, en http://historiasmm.blogspot.com/2009/07/secularizacion-y-eugenesia-en-el-siglo.html, el 12 de marzo de 2012.
[3] Cfr. http://definicion.de/eugenesia/, el 12 de marzo de 2012.
[4] Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu, Diccionario de filosofía, Barcelona, Herder, 1996. Versión digital.
[5] Dra. Claudia Navarini. (Profesora de Bioética del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum en Roma).
[6] En: http://www.corazones.org/diccionario/eugenesia.htm, el 14 de marzo de 2012.
[7] Ibíd.
[8] Cfr. Alejandra Massone, en http://www.korion.com.ar/archivos/eugensia.pdf, el 14 de marzo de 2012.
[9] Constitución Apostólica Fidei Depositum, Catecismo de la Iglesia Católica, Buenos Aires, Lumen, 1992, núm. 364.
[10] Ibídem, núm. 2295.
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