Pquia. San Pio X, Mar del Plata: Proyecto basado en las directivas del Padre M, Bautista. Como devotos de la Divina Misericordia del Señor, surge la necesidad de ver reflejada en la acción la Misericordia de Dios, queremos dar a conocer las obras de Misericordia, corporales y espirituales especialmente con los pecadores, consolando y asistiendo a los pobres, afligidos y enfermos. Jesús privilegió a los pobres y sufrientes (Lc. 6,20 ss), Él nos enseña a ver en el enfermo a Cristo (Mt. 25,31-46)
domingo, 30 de diciembre de 2018
jueves, 27 de diciembre de 2018
Evangelio según San Lucas 2,41-52 - "Fiesta de la Sagrada Familia" - Solemnidad -
1º Domingo
Tiempo de Navidad
Sagrada Familia de Jesús, María y José
30/12/18
Lc 2,41-52
Tiempo de Navidad
Sagrada Familia de Jesús, María y José
30/12/18
Lc 2,41-52
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Reflexión
UNA FAMILIA DIFERENTE
Entre los católicos se defiende casi instintivamente el valor de la familia, pero no siempre nos detenemos a reflexionar el contenido concreto de un proyecto familiar, entendido y vivido desde el Evangelio. ¿Cómo sería una familia inspirada en Jesús?
La familia, según él, tiene su origen en el misterio del Creador que atrae a la mujer y al varón a ser «una sola carne», compartiendo su vida en una entrega mutua, animada por un amor libre y gratuito. Esto es lo primero y decisivo. Esta experiencia amorosa de los padres puede engendrar una familia sana.
Siguiendo la llamada profunda de su amor, los padres se convierten en fuente de vida nueva. Es su tarea más apasionante. La que puede dar una hondura y un horizonte nuevo a su amor. La que puede consolidar para siempre su obra creadora en el mundo.
Los hijos son un regalo y una responsabilidad. Un reto difícil y una satisfacción incomparable. La actuación de Jesús, defendiendo siempre a los pequeños y abrazando y bendiciendo a los niños, sugiere la actitud básica: cuidar la vida frágil de quienes comienzan la andadura por este mundo. Nadie les podrá ofrecer nada mejor.
Una familia cristiana trata de vivir una experiencia original en medio de la sociedad actual, indiferente y agnóstica: construir su hogar desde Jesús. «Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Es Jesús quien alienta, sostiene y orienta la vida sana de la familia cristiana.
El hogar se convierte entonces en un espacio privilegiado para vivir las experiencias más básicas de la fe cristiana: la confianza en un Dios Bueno, amigo del ser humano; la atracción por el estilo de vida de Jesús; el descubrimiento del proyecto de Dios, de construir un mundo más digno, justo y amable para todos. La lectura del Evangelio en familia es una experiencia decisiva.
En un hogar donde se le vive a Jesús con fe sencilla, pero con pasión grande, crece una familia acogedora, sensible al sufrimiento de los más necesitados, donde se aprende a compartir y a comprometerse por un mundo más humano. Una familia que no se encierra solo en sus intereses, sino que vive abierta a la familia humana.
Muchos padres viven hoy desbordados por diferentes problemas, y demasiado solos para enfrentarse a su tarea. ¿No podrían recibir una ayuda más concreta y eficaz desde las comunidades cristianas? A muchos padres creyentes les haría mucho bien encontrarse, compartir sus inquietudes y apoyarse mutuamente. No es evangélico exigirles tareas heroicas y desentendernos luego de sus luchas y desvelos.
José Antonio Pagola
lunes, 24 de diciembre de 2018
domingo, 23 de diciembre de 2018
Evangelio según San Juan 1, 1-5; 9-14 - Natividad del Señor - Solemnidad -
Tiempo de Navidad
Natividad del Señor - Solemnidad
25/12/18
Jn 1, 1-5; 9-14
En la simplicidad del pesebre de Belén, y luego en las callejuelas de Nazaret, en los caminos de su tierra querida, era el mismo Hijo de Dios el que se hacía presente, era el Dios eterno que quiso manifestar su gloria en la sencillez y humildad de nuestra vida.
Verdad básica de la fe cristiana es que Dios asumió nuestra naturaleza humana, “acampó” entre nosotros, para comunicarnos su vida divina y para darnos a conocer la intimidad del Padre. No permaneció, pues, callado, encerrado en su misterio. Se nos ha manifestado en su palabra y en su persona. Su verdad, su luz ilumina nuestro interior. Yes uno de nosotros, de nuestra propia “carne” humana. Esto es lo que celebramos en Navidad y nos llena de alegría y da un nuevo sentido a nuestra existencia.
Todos necesitamos la sabiduría de Dios, la luz de su Palabra para descubrir el sentido de nuestra vida. Su sabiduría, su palabra nos ayuda a ver las cosas con los ojos de Dios, que es “luz de los que creen en él”
Si no recibimos a Cristo como la Palabra definitiva de Dios, no nos extrañemos del desconcierto y de la confusión espiritual que reinan en nuestro mundo. Se puede seguir diciendo, como dijo Jesús de muchos de sus contemporáneos, que “andan como ovejas sin pastor”.
Natividad del Señor - Solemnidad
25/12/18
Jn 1, 1-5; 9-14
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Reflexión
A la ternura del pesebre se ha de unir entonces la admiración por el misterio infinito que se encierra en la simplicidad de Belén. Ese niño es el Hijo eterno del Padre, por quien fueron hechas todas las cosas, es la Sabiduría de Dios, es “luz verdadera que al venir a este mundo ilumina a todo hombre”. Ese niño vino a elevar lo terreno a un nivel divino, que hace entrar en este mundo la gloria sobrenatural de Dios. Unos Padres de la Iglesia llegan a decir que Dios se hizo hombre, para que el hombre se hiciera Dios.En la simplicidad del pesebre de Belén, y luego en las callejuelas de Nazaret, en los caminos de su tierra querida, era el mismo Hijo de Dios el que se hacía presente, era el Dios eterno que quiso manifestar su gloria en la sencillez y humildad de nuestra vida.
Verdad básica de la fe cristiana es que Dios asumió nuestra naturaleza humana, “acampó” entre nosotros, para comunicarnos su vida divina y para darnos a conocer la intimidad del Padre. No permaneció, pues, callado, encerrado en su misterio. Se nos ha manifestado en su palabra y en su persona. Su verdad, su luz ilumina nuestro interior. Yes uno de nosotros, de nuestra propia “carne” humana. Esto es lo que celebramos en Navidad y nos llena de alegría y da un nuevo sentido a nuestra existencia.
Todos necesitamos la sabiduría de Dios, la luz de su Palabra para descubrir el sentido de nuestra vida. Su sabiduría, su palabra nos ayuda a ver las cosas con los ojos de Dios, que es “luz de los que creen en él”
Si no recibimos a Cristo como la Palabra definitiva de Dios, no nos extrañemos del desconcierto y de la confusión espiritual que reinan en nuestro mundo. Se puede seguir diciendo, como dijo Jesús de muchos de sus contemporáneos, que “andan como ovejas sin pastor”.
martes, 18 de diciembre de 2018
Evangelio según San Lucas 1, 39-45 - "Confía y Sirve" -
4º Domingo
Tiempo de Adviento - Ciclo C
Confía y Sirve
23/12/18
Lc 1, 39-45
Tiempo de Adviento - Ciclo C
Confía y Sirve
23/12/18
Lc 1, 39-45
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Reflexión
LA ESCUCHA DE LA PALABRA
“Tú, Belén Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel”. Así comienza el texto del profeta Miqueas que se lee en la primera lectura de la misa de este cuarto domingo de Adviento (Miq 5,1).
Es importante esa alusión a la humildad del lugar de donde ha de surgir el Salvador. Esta profecía será mencionada por los sabios a los que el rey Herodes consulta sobre el nacimiento de un rey misterioso, al que buscan unos magos llegados del Oriente.
En un texto y en el otro, Belén evoca el recuerdo del rey David. Y por tanto, resuena como el símbolo de la esperanza de Israel. Pero Belén es sobre todo la promesa de la justicia, de la paz y de la vida.
Con razón el salmo responsorial convierte aquel recuerdo en una invocación al Pastor de Israel, que se hace especialmente apremiante en el Adviento: “Ven a salvarnos… Ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano, el retoño que tú hiciste vigoroso” (Sal 79).
En la carta a los Hebreos se incluyen unas palabras que subrayan la humildad y la obediencia de Cristo: “Aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad”.
LA BENDITA ENTRE LAS MUJERES
El evangelio de este domingo nos presenta a María que se pone en camino hacia las colinas de Judea, para visitar a su pariente Isabel (Lc 1,39-45). Su encuentro es un pequeño “evangelio”. Las dos mujeres llevan la vida de un bebé en sus entrañas. Una vida que es un don exclusivo de Dios, dadas las condiciones de sus madres.
Por otra parte, el texto nos indica que tanto María como Isabel han sabido escuchar y acoger la palabra de Dios. En ellas la palabra de Dios ha hecho posible lo que parecía imposible. Precisamente por esa disponibilidad con la que se han abierto a los planes de Dios han sido elegidas como mediadoras de la salvación.
Tanto María como Isabel están llenas del Espíritu de Dios. Así le había dicho el ángel a María: “El Espíritu de Dios te cubrirá con su sombra”. Ahora es Isabel la que se nos muestra como llena del Espíritu Santo. Por eso puede proclamar a María como la bendita entre las mujeres y como madre del fruto más bendito de la tierra.
LA VIDA Y LA ESPERANZA
El texto evangélico pone en labios de Isabel la primera bienaventuranza del Nuevo Testamento: “Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. La fe de María inaugura la nueva era de la salvación.
• “Dichosa tú que has creído”. La creencia de María no refleja una ingenua credulidad. Ante el anuncio del Ángel, ella mostraba sus dudas. No era fácil comprender aquel anuncio. Ni aceptar una responsabilidad tan insospechada. Y, sin embargo creyó.
• “Dichosa tú que has creído”. La creencia de María no obedecía a un vano deseo de sobresalir entre las gentes de su pueblo. El ángel parecía adivinar sus temores. Sospechaba ella lo que aquella maternidad podía costarle. Y, sin embargo creyó.
• “Dichosa tú que has creído”. La creencia de María no se basaba en su propio saber y entender. Se atrevió a manifestar su turbación y las preguntas que bullían en su interior. No era fácil aceptar la misión que se le anunciaba. Y, sin embargo creyó.
La fe de María era una difícil pero sencilla confianza en el Dios que habla y propone horizontes inesperados. La fe de María se apoyaba solamente en la palabra de Dios. Pero ahora su pariente Isabel le profetizaba que lo dicho por Dios se cumpliría.
- Padre de los cielos, en medio de un mundo marcado por la duda y el relativismo, nosotros queremos escuchar tu palabra. Sabemos que ella genera la vida y desencadena la esperanza. Creemos que tu palabra transforma nuestra vida. Y esperamos que haga posible la vida, la salvación y la paz que Jesús nos ha prometido.
José-Román Flecha Andrés
martes, 11 de diciembre de 2018
Evangelio según San Lucas 3, 2b-3.10-18 - "Comparte con Alegría" -
3º Domingo
Tiempo de Adviento - Ciclo C
"Comparte con Alegría"
16/12/18
Lc 3, 2b-3.10-18
Tiempo de Adviento - Ciclo C
"Comparte con Alegría"
16/12/18
Lc 3, 2b-3.10-18
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Reflexión
ALEGRÍA Y CONVERSIÓN
“Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás” (Sof 3,14-15). Es sorprendente esa triple invitación a la alegría que el profeta dirige a su pueblo.
Ahora bien, esa alegría no surge de las satisfacciones inmediatas que todos esperamos de la vida. El pueblo puede alegrarse porque ha sido liberado por Dios de sus enemigos, internos y externos. Al final, Dios puede ser reconocido como el único rey y señor. Es la hora de recordar que Dios ama a su pueblo como un esposo ama a su esposa.
También el salmo responsorial canta la alegría de gozar de la presencia de Dios: “Gritad jubilosos: Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel” (Is 12,6).
Y la alegría resuena con tonos de Adviento en la exhortación de san Pablo a los fieles de Filipos: “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca” (Flp 4,4-5).
LA CONVERSIÓN CONCRETA
La alegría no brota de las posesiones ni de los éxitos. Requiere siempre esa paz del corazón que sigue a la conversión. El evangelio nos dice que esa conversión es lo que exige Juan el Bautista a todos los que se acercan a escucharle a las orillas del Jordán.
Con todo, la conversión no puede confundirse con un sentimiento íntimo y pasajero. En el texto evangélico que hoy se proclama (Lc 3,10-18), Juan Bautista la resume en tres actitudes concretas, que pueden aplicarse también a todos nosotros:
• Compartir los vestidos y los alimentos con quienes no los tengan. Esta actitud positiva subraya el valor de eso que hace posible la vida y que protege la dignidad de la persona.
• No exigir a los otros más de lo establecido. Este veto, aparentemente negativo, trata de proteger el respeto a la justicia y de hacer posible la armonía en la comunidad.
• No hacer extorsión a nadie. Esta prohibición condena la altanería de los prepotentes que van por el mundo humillando y explotando a los humildes y marginados.
LA LLEGADA DEL MESÍAS
Sin embargo, Juan Bautista no se limitaba a dar normas de conducta, por muy importantes que sean. De hecho, no era un maestro de moral. Había sido enviado para anunciar la llegada del Mesías. Ese era el motivo para la conversión que motivaba su predicación.
• “Viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias”. Juan reconocía su debilidad. Él no tenía la clave de la salvación: anunciaba al Salvador. En realidad, se consideraba menos que un esclavo al servicio del Señor.
• “Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”. Juan bautizaba con agua, pero anunciaba ya un nuevo bautismo de viento y de fuego. Esos elementos, que pueden destruir lo que encuentran a su paso, representan el Espíritu que es el origen de una nueva vida.
• “En su mano tiene el bieldo para aventar su parva”. Juan no podía discernir el bien y el mal. El Mesías traería en su mano el bieldo con el que el labrador separa el trigo de la paja. Solo el Señor puede realizar un juicio definitivo sobre las realizaciones humanas.
- Señor Jesús, la conversión que predicaba Juan el Bautista puede hacer creíble la sinceridad de nuestra fe, el compromiso de nuestra esperanza, la verdad de nuestra caridad y la autenticidad de nuestra alegría. Danos tu luz y tu fuerza para que en este tiempo de Adviento podamos anunciar y preparar tu venida.
José-Román Flecha Andrés
jueves, 6 de diciembre de 2018
Video: Intenciones del Papa Francisco - “Al Servicio de la Transmisión de la fe” - (YouTube)
"Si uno quiere compartir su fe con la palabra, tiene que escuchar mucho. Imitemos el estilo de Jesús que se adaptaba a las personas que tenía ante Él para acercarles el amor de Dios."
Papa Francisco - Diciembre 2018
INTENCIONES DEL PAPA
POR LOS DESAFÍOS DE LA HUMANIDAD
DICIEMBRE 2018
Universal: Al servicio de la transmisión de la fe.
Para que las personas dedicadas al servicio de la trasmisión de la fe encuentren un lenguaje adaptado al presente, en diálogo con la cultura.
Oración de ofrecimiento
Padre bueno, sé que estás conmigo.
Aquí estoy en este nuevo día.
Pon una vez más mi corazón
junto al Corazón de tu Hijo Jesús,
que se entrega por mí
y que viene a mí en la Eucaristía.
Que tu Espíritu Santo
me haga su amigo y su apóstol,
disponible a su misión.
Pongo en tus manos
mis alegrías y esperanzas,
mis trabajos y sufrimientos,
todo lo que soy y tengo,
en comunión con mis hermanos y hermanas
de esta red mundial de oración.
Con María, te ofrezco mi jornada
por la misión de la Iglesia
y por las intenciones de oración del Papa para este mes.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria
Propuestas para el mes
- Dedica durante este mes, un tiempo a reflexionar en tu comunidad, sobre los modos en que se transmiten la fe en tus ambientes, los lenguajes que usan, los modos, la pedagogía y cómo ésta es recibida por los más jóvenes.
- Prepara y ayuda a otros, familia, comunidad parroquial, comunidad de Vida a vivir bien la Navidad, meditando la Palabra de Dios, dedicando tiempo a la oración y a lo central de este tiempo litúrgico.
- Dedica tiempo dentro de la familia o en contextos de amigos a conversar y reflexionar sobre el sentido de la Navidad, el significado del pesebre y la presencia de Jesús Niño en la vida de todos, especialmente en el hogar.
https://clicktopray.org/es/pope_prayers
martes, 4 de diciembre de 2018
Evangelio según San Lucas 3, 1-6 - "Preparad el Camino al Señor" -
2º Domingo
Tiempo de Adviento - Ciclo C
"Preparad el Camino al Señor"
9/12/18
Lc 3,1-6
Tiempo de Adviento - Ciclo C
"Preparad el Camino al Señor"
9/12/18
Lc 3,1-6
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Reflexión
COLINAS Y BARRANCOS
“Dios ha mandado abajarse a todos los montes elevados, a todas las colinas encumbradas, y ha mandado que se llenen los barrancos hasta allanar el suelo, para que Israel camine con seguridad, guiado por la gloria de Dios; ha mandado al bosque y a los árboles fragantes hacer sombra a Israel” (Bar 5,7-8).
Esta profecía de Baruc anunciaba el retorno de las gentes de Israel, que habían sufrido la amarga deportación a Babilonia. Con palabras poéticas se anuncia la misericordia de Dios hacia sus hijos. Del Señor es la iniciativa de la salvación. Él hará llanos los caminos del retorno. Y ordenará a los arboles que les den sombra por la rutas del desierto.
Con razon, el salmo responsorial recoge y canta la alegría de aquel pueblo: “El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres” (Sal 125,1).
Por su parte, san Pablo reconoce que el Dios que ha abierto a los fieles los caminos del Evangelio llevará adelante su obra hasta el día de Cristo Jesús (Flp 1,6).
LA CONVERSIÓN Y LA ESPERANZA
También al desierto nos lleva el evangelio que hoy se proclama (Lc 3,1-6). En una situación que el evangelio de Lucas trata de situar en la historia, aparece Juan, el hijo de Zacarías. El mismo evangelista cuenta cómo había intervenido Dios en el nacimiento de aquel niño y anticipa el día de su manifestación a Israel (Lc 1-2).
Las gentes se sorprendieron ante aquel nacimiento tan inesperado y ante el nombre que había recibido al ser circuncidado. De hecho, se preguntaban qué habría de ser aquel niño. Seguramente se imaginaban que un día entraría a formar parte del grupo de los sacerdotes, como su padre Zacarías.
Pues bien, andando el tiempo, Juan no aparece en el templo de Jerusalén, sino en la comarca del Jordán. La recorre incansable y predica un bautismo de conversión. Su puesto no está en las estructuras del poder, del culto y de la ley. Juan espera y anuncia la salvación para su pueblo. Pero sabe que las mayores dificultades están en el interior de cada persona.
Su predicación es un eco de las profecías de Baruc y de Isaías (2,12-18). Si en otro tiempo Dios allanaba los caminos para su pueblo, ahora es cada persona quien ha de rebajar las colinas y rellenar los barrancos para facilitar el camino de la salvación. La esperanza es imposible sin la humildad y el compromiso.
EL CAMINO DE LA SALVACIÓN
“Lo torcido será enderezado y lo escabroso será camino llano”. El discurso de Juan no invitaba a la pasividad. Los caminos rectos habían de ser el fruto de la conversión de los que le escuchaban. Pero a la exhortación acompañaba la promesa de la presencia de Dios.
• “Todos verán la salvación de Dios”. Si Lucas comenzaba presentando a los poderosos, el Bautista nos recuerda que la salvación no es un privilegio exclusivo para ellos. La salvación tiene una dimensión universal. Todos los hombres somos llamados a acoger con sinceridad la intervención de Dios en nuestras vidas.
• “Todos verán la salvación de Dios”. Es bien sabido que para la fe de Israel era muy importante la disposición a “escuchar” la palabra de Dios, aunque los peregrinos que subían al templo de Jerusalén deseaban también “ver” el rostro de Dios. El bautista anuncia que la salvación se dejará “ver”. Pero los creyentes hemos de dar un testimonio de ella.
• “Todos verán la salvación de Dios”. En su exhortación Gaudete et exultate, el papa Francisco nos advierte de la tentación de atribuir la santidad a las propias fuerzas. El Bautista pregona que la salvación viene de Dios. Si en otro tiempo Dios allanaba los caminos para su pueblo, nosotros hemos de allanar los senderos para que Dios pueda llegar a nuestra vida.
- Señor Jesús, sabemos y creemos que en ti podemos ver el camino por el que Dios viene a salvar a nuestra pobre humanidad. Tú conoces nuestra pereza y nuestras tentaciones. Danos tú la luz y la fuerza para allanar nuestras colinas y rellenar nuestros barrancos.
José-Román Flecha Andrés
lunes, 3 de diciembre de 2018
8 de Diciembre: La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María - Solemnidad - (YouTube)
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“AVE MARÍA PURÍSIMA”
En la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, recordamos el saludo con el que el ángel Gabriel la reconoce como la agraciada por el Señor. Sobre ella se ha derramado el favor gratuito de Dios.
Al proclamar el dogma de la Inmaculada Concepción de María, el 8 de diciembre de 1854, el papa Pío IX afirmaba que numerosos padres y doctores de la Iglesia ven en la mujer anunciada en el Génesis a la madre de Cristo, María, reconociéndola como la "nueva Eva".
Este misterio ha encontrado acogida en numerosas muestras de la religiosidad popular. Los pobres llamaban a nuestras puertas con la invocación “Ave, María Purísima”, a la que se respondía: “Sin pecado concebida”. Las monjas de clausura saludaban desde el otro lado del torno proclamando esta verdad de fe. Y con ella se acercaban los penitentes al confesonario.
En la Inmacuada se han fijado muchos pintores del barroco, como Mella y Pacheco, Rubens y Tiépolo, Cano, Goya, Mena y Zurbarán, Murillo o el Greco. Contemplamos con admiración la Purísima que nos dejó Ribera en la iglesia salmantina que lleva ese título.
En el retablo de la capilla de la Universidad de Salamanca se representa el juramento de los profesores que se comprometían a defender este privilegio mariano. Y en el Aula Magna de la Universidad Pontificia de Salamanca se evoca la sesión V del Concilio de Trento sobre el pecado original, del cual quedó exenta María, como allí lo refiere una cartela.
La Liturgia de las Horas recoge unos versos que sobre la Inmaculada Concepción de María escribió Francisco de Borja y Aragón (1581-1658): “Reina y Madre, Virgen pura, que sol y cielo pisáis, a vos sola no alcanzó la triste herencia de Adán. ¿Cómo en vos, Reina de todos, si llena de gracias estáis, pudo caber igual parte de la culpa original?”
En el prefacio de la misa cantamos este privilegio que significa y resume la vocación de toda la Iglesia: “Porque preservaste a la Virgen María de toda mancha de pecado original, para que en la plenitud de la gracia fuese digna madre de tu Hijo y comienzo e imagen de la Iglesia, esposa de Cristo, llena de juventud y de limpia hermosura. Purísima había de ser, Señor, la Virgen que nos diera el Cordero inocente que quita el pecado del mundo. Purísima la que, entre todos los hombres, es abogada de gracia y ejemplo de santidad”.
Contra lo que algunos piensan, las estrellas de la bandera de la Comunidad Europea no representan los estados miembros. Basta contarlas. Los padres fundadores se inspiraron en la aureola de María que, sobre fondo azul, se encuentra en la vidriera del ábside de la catedral de Estrasburgo.
María es la imagen del nuevo pueblo de Dios. Es también el icono de una humanidad que, a pesar de sus manchas, sueña siempre con la limpieza. Que María sea la estrella que orienta nuestro camino de ciudadanos y de creyentes.
José-Román Flecha Andrés
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