miércoles, 10 de abril de 2013

Vídeo Reflexion: Evangelio 3º Domingo de Tiempo Pascual - Ciclo C - (Monjas de Sant Benet de Monserrat)

Apacienta mis ovejas



Reflexion:
...
La liturgia del tiempo pascual nos ofrece la gracia de vivir nuestra propia experiencia de encuentro con el Resucitado. En este sentido, el evangelio nos ilumina poderosamente.
«No sabían que era el Señor». 
Jesús está ahí, con ellos, pero no se han percatado de su presencia cercana y poderosa. ¿No es esto lo que nos ocurre también a nosotros? Ocupados en nuestros intereses, Cristo camina con nosotros, sale a nuestro encuentro de múltiples maneras, pero nos pasa desapercibido. Esa es la raíz de nuestros males: no descubrir esta presencia suya que ilumina nuestra existencia, que da sentido y vivifica todo.
«Es el Señor».
Los discípulos reconocen a Jesús por el prodigio de la pesca milagrosa. Él mismo había 
dicho: «Por sus frutos los conoceréis». El que murió en la cruz y el que ahora se les aparece resucitado es realmente la misma y única persona: “el Señor” constituido en gloria. 
«Jesús se acerca, toma el pan y se lo da». 
En el relato evangélico, Cristo aparece alimentando a los suyos –cuidándoles con exquisita delicadeza– en el banquete del Pez y del Pan, símbolos eucarísticos primitivos. También ahora es sobre todo en la eucaristía donde Cristo Resucitado se nos hace presente y se nos da, nos cuida y alimenta Él mismo en persona. La fe tiene que estar viva y despierta para reconocer cuánta ternura hay en cada misa.
Cristo Resucitado quiere hacerse reconocer por unas obras que sólo Él es capaz de realizar. Su presencia quiere obrar maravillas en nosotros. Su influjo quiere ser profundamente eficaz en nuestra vida. La presencia del Resucitado quiere renovar nuestra existencia y la vida de la Iglesia entera. Pascua es el tiempo del gozo profundo, de la alegría desbordante y de la paz del corazón...
http://oranslectio.com (Orans Lectio)  
...LA FE, EL AMOR Y LA MISIÓN
De todas formas, el núcleo del evangelio que hoy se proclama se centra en el diálogo de Jesús con Simón Pedro.
• “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” Llama la atención que Jesús se dirija a Pedro con su nombre original. Es como si al traicionar a Jesús hubiera perdido el nombre de Pedro que Jesús le había impuesto. Quien dejó de afirmarse en Jesús parecía perder su condición de “roca” en la que habrían de afirmarse los demás.
• “Sí, Señor, tú sabes que te amo”.  En otro tiempo, ante la pregunta de Jesús, Simón Pedro había respondido en nombre de los discípulos, dando cuenta de su fe en el Maestro. Ahora se trata de descubrir que la fe exige la fidelidad del amor. Un amor que nunca puede darse por sabido. Un amor que siempre hay que declarar, como se profesa la fe.
• “Apacienta mis corderos… Pastorea mis ovejas”. Simón Pedro no deberá olvidar que Jesús es el único y el verdadero Pastor del rebaño. Apacentar las ovejas y los corderos es un elemento esencial en la misión del apóstol. Pero es una misión confiada. Es una responsabilidad. Las ovejas y los corderos son del Señor.
EL SEGUIMIENTO
Son siete los discípulos que se vuelven al lago de Galilea. Ese es el lugar en el que se desarrolla la escena del encuentro con Jesús. Un escenario bien conocido por Simón. Allí pescaba en otros tiempos. Y allí decide regresar, como si para nada contase el tiempo vivido junto a Jesús.  Como si hubiera olvidado la llamada y la misión.
• “Sígueme”.  En el evangelio son tan importantes las palabras como los gestos. Jesús camina por la orilla del lago, como en otro tiempo. Invita a los muchachos a echar de nuevo las redes, como en otro tiempo. Toma en sus manos el pan y el pescado y se lo da, como en otro tiempo. Jesús repite los signos y la palabra de otro tiempo
• “Sígueme”.  Con esa invitación había llamado a los discípulos. Esa palabra se había convertido en la clave del discipulado. Y ahora Jesús la dirige a los que parecen haber olvidado la llamada. Por encima de la crisis permanece la fidelidad del Señor. Y, a pesar de la crisis, se espera la fidelidad del discípulo.
• “Sígueme”. Esa es la palabra que Jesús resucitado dirige hoy a su Iglesia, para que abandone todo lo que la ata y encuentre el camino de la libertad. Y esa es la palabra que dirige a cada uno de los cristianos. A los que se consideran fieles a la llamada primera y a los que, alguna vez, se han escandalizado, han titubeado y han pensado abandonar el camino de la fe. 
http://somos.vicencianos.org(José Ramón Flecha)

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