viernes, 10 de mayo de 2013

Video Reflexion 7º Domingo de Pascua - Ascensión del Señor -( Ed. Verbo Divino - Monjas de Sant Benet de Monserrat)






Reflexion:
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La Ascensión de Jesús es el primer paso de nuestra ascensión, y un paso seguro, porque lo ha dado Él. Ya tenemos un pie puesto en el cielo, o como dirá S. Pablo en la carta a los Efesios, “nos ha sentado con El en el cielo”. Pero ese primer paso de Jesús hay que seguirlo con nuestros propios pasos, porque se trata de seguirle, de seguir sus pasos en esa ascensión personal.
La obra de Jesús: su vida para los demás, su amor preferencial por los menos favorecidos, su vocación por la verdad..., su ser y su hacer, han sido rubricados por el Padre. Y, cumplida su misión, retorna al Padre, punto de partida. “Salí del Padre y vine al mundo, ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre”. Pero, “no estéis tristes”, porque no es un adiós definitivo, sino un hasta luego; no es un desentenderse, porque “voy a prepararos un lugar, para que donde esté Yo estéis también vosotros”...
La Ascensión es el principio y el fundamento de la misión. Una misión que consiste fundamentalmente en elevar la realidad, liberándola del egoísmo, de la violencia, de la mentira interesada, de la superficialidad... La fiesta de hoy nos invita a levantar nuestros ojos, a mirar al cielo en un intento de recuperar para nuestra vida la dosis de trascendencia y esperanza necesaria para no sucumbir a la tentación de un horizontalismo materialista; para dotar a la existencia de motivos válidos y permanentes más allá de la provisoriedad y el oportunismo utilitarista.
Vivir mirando al cielo es no perder nunca de vista la huella del Señor; no es, por tanto, una evasión sino una toma de conciencia crítica frente a los intentos absolutistas y manipuladores de los que pretenden recortar el horizonte del hombre. Elevar nuestros ojos a lo alto es reivindicar altura y profundidad para nuestra mirada, para inyectar en la vida la luz y la esperanza que nos vienen de Dios; para “comprender cuál es la esperanza a la que nos llama, cuál la riqueza de gloria que da en heredad a los santos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros”.
La Ascensión del Señor supone también un acto de confianza. Cristo se confía a nuestras manos: nos entrega su obra y Él mismo se nos entrega. Pero volverá a ver qué hemos hecho de esa confianza. ¿Vamos a defraudarle?
Que sepamos vivir esta fiesta celebrando el triunfo definitivo de Cristo y acogiendo con responsabilidad y gratitud la tarea que Él nos confía. Que también nosotros sepamos elevarnos y elevar nuestro entorno para una convivencia más humana y más cristiana, que sirva a los demás como principio de paz y esperanza. 

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